Page 568 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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gran recipiente con agua para las abluciones de los sacerdotes. La jofaina estaba
compuesta por dos partes: la superior era un cuenco inmenso, probablemente tapado,
que alimentaba el cuenco inferior, en el cual los sacerdotes se lavaban antes de
participar en las diversas ceremonias. Se supone que en aquella jofaina estaban
incrustados los espejos de metal de las mujeres de las doce tribus de Israel.
Las medidas del Tabernáculo propiamente dicho eran las siguientes: «Su longitud,
cuando se construyó, era de treinta codos y tenía diez codos de ancho. Uno de sus
muros daba al Sur y el otro estaba expuesto al Norte; en la parte posterior quedaba el
Oeste. Tenía que medir lo mismo de alto que de ancho (diez codos)». [159]
Los bibliólogos tienen por costumbre dividir el interior del Tabernáculo en dos
salas: una de diez codos de ancho, diez codos de altura y veinte codos de largo,
llamada el Lugar Santo, que contenía tres objetos especiales; a saber: la menorá, o
candelabro de siete brazos, la mesa de los panes de la presencia y el altar del incienso;
la otra tenía diez codos de ancho, diez codos de altura y diez codos de largo, se
llamaba el Sanctasanctórum y solo contenía un objeto: el Arca de la Alianza. Las dos
salas estaban separadas entre sí por un velo ornamental, en el cual había bordadas
flores de muchos tipos, pero ninguna figura animal ni humana.
Flavio Josefo da a entender que había un tercer compartimiento, formado por una
subdivisión del Lugar Santo, al menos de forma hipotética, en dos cámaras. El
historiador judío no es demasiado explícito en su descripción de esta tercera sala y la
mayoría de los autores parecen haber pasado por alto este punto y no lo mencionan en
absoluto, aunque Flavio Josefo afirma categóricamente que Moisés dividió la tienda
interior en tres partes. El velo que separaba el Lugar Santo del Sanctasanctórum estaba
colgado de cuatro pilares, lo cual era, probablemente, un símbolo sutil de los cuatro
elementos, mientras que a la entrada de la tienda propiamente dicha los judíos
colocaban siete pilares, en referencia a los siete sentidos y las siete vocales del nombre
sagrado. Que posteriormente solo se mencionen cinco pilares se puede deber al hecho
de que, en la actualidad, el hombre solo dispone de cinco sentidos desarrollados y
cinco vocales activas. El escritor judío primitivo que escribió The Baraitha se refiere a
los cortinajes con las siguientes palabras:
«Les entregaron diez tapices de lino fino torzal de color azul, púrpura y
escarlata. Como se dice: “Harás la Morada con diez tapices de lino fino torzal,
de púrpura, violeta y escarlata”. […] Les dieron once piezas de pelo de cabra y
cada pieza medía treinta codos de largo […]. El rabino Judá dijo: “Había dos
cubiertas: la inferior de pieles de carnero teñidas de rojo y la superior de pieles