Page 571 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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arrodillaban dos criaturas misteriosas enfrentadas, llamadas querubines, con las alas

  arqueadas por encima de sus cabezas. Sobre aquel trono situado entre las alas de los
  celestiales  descendía  el  Señor  de  Israel  cuando  deseaba  comunicarse  con  Su  Sumo

  Sacerdote.

       Por  comodidad,  todos  los  enseres  del  Tabernáculo  eran  fáciles  de  transportar.

  Cada  altar  y  cada  objeto,  del  tamaño  que  fuera,  disponía  de  unas  pértigas  que  se
  pasaban  por  unos  anillos,  para  que  pudiera  ser  transportado  por  cuatro  o  más

  portadores. El Arca de la Alianza conservó las pértigas hasta que por fin fue colocada

  en el Sanctasanctórum de su Casa Eterna: el templo del rey Salomón.

       No cabe duda de que los judíos primitivos eran conscientes, al menos en parte, de
  que su Tabernáculo era algo simbólico. Flavio Josefo lo notó y, aunque ha sido muy

  criticado por interpretar el simbolismo del Tabernáculo según el paganismo egipcio y

  el griego, su descripción del significado oculto de sus cortinajes y sus enseres es digna
  de consideración. Dice lo siguiente:



            «Cuando Moisés distinguió tres partes en el Tabernáculo y adjudicó dos de

       ellas a los sacerdotes, como lugar accesible y común, quiso indicar la tierra y el

       mar, a los que todo el mundo podía acceder; sin embargo, reservó la tercera
       parte a Dios, porque el cielo es inaccesible para el hombre. Cuando ordenó

       que se dispusieran doces panes sobre la mesa, quiso indicar el año, dividido

       en la misma cantidad de meses. Al ramificar el candelabro en setenta partes, en

       secreto daba a entender los decanatos, o las setenta divisiones de los planetas,
       y,  en  cuanto  a  las  siete  lámparas  del  candelabro,  hacían  referencia  a  la

       trayectoria de los planetas, puesto que tal es su número. Asimismo, los velos,

       que estaban compuestos de cuatro partes, indicaban los cuatro elementos: el
       lino era adecuado para indicar la tierra, porque esta planta sale de la tierra: el

       morado representaba el mar, porque para teñir de ese color se utiliza la sangre

       de un marisco; el azul es adecuado para representar el aire, y el escarlata será,

       naturalmente, un indicio del fuego.
            »Como las vestiduras del sumo sacerdote eran de lino, hacían referencia a

       la tierra: el azul indicaba el cielo —era como el relámpago en sus granadas— y

       en  el  ruido  de  las  campanillas  se  parecía  al  trueno.  En  cuanto  al  efod,

       demostraba  que  Dios  había  hecho  el  universo  de  cuatro  (elementos)  y,  en
       cuanto  al  oro  entretejido,  […]  hacía  referencia  al  esplendor  que  todo  lo

       iluminaba. También hizo que el pectoral se colocara en medio del efod, para

       asemejarse a la tierra, porque ocupa el lugar central del mundo. La faja que
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