Page 583 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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una mano se sostiene la cabeza y la punta del índice de la otra se apoya en la sien de

  una  calavera  humana.  Sin  embargo,  el  retrato  no  demuestra  nada.  Aparte  de  los
  miembros de su propia Orden, nadie vio jamás al Padre C. R. C. y no se conserva de

  él ninguna descripción. Que se llamara Christian Rosacruz es de lo más improbable,

  ya que los dos ni siquiera se asociaron hasta que se escribió Las bodas alquímicas.





  Segundo postulado



  Los hermanos masones que han investigado el tema aceptan la existencia histórica de

  la  Hermandad  Rosacruz,  aunque  no  se  ponen  de  acuerdo  acerca  del  origen  de  la
  Orden.  Un  grupo  sostiene  que  la  sociedad  se  originó  en  la  Europa  medieval  y  que

  surgió  de  la  especulación  alquímica.  Robert  Macoy,  del  grado  33,  cree  que  el

  verdadero fundador fue Johann Valentin Andreae, un teólogo alemán, y también le

  parece posible que este teólogo se limitara a reformar y ampliar una sociedad anterior,
  fundada  por  don  Enrique  Cornelio  Agripa.  Algunos  creen  que  el  rosacrucismo

  constituyó  la  primera  invasión  europea  de  la  cultura  budista  y  brahmánica  y  otros

  opinan  que  la  Sociedad  Rosacruz  fue  fundada  en  Egipto  durante  la  supremacía
  filosófica de aquel imperio y también que perpetuaba los Misterios de la antigua Persia

  y Caldea.

       En  su  Anacalypsis,  Godfrey  Higgins  escribe  lo  siguiente:  «Los  rosacruces  de
  Alemania  no  saben  nada  de  sus  orígenes,  aunque,  según  la  tradición,  se  suponen


  descendientes  de  los  antiguos  egipcios  caldeos,  magos  y  gimnosofistas».                              [168]   La
  opinión  general  de  estos  grupos  es  que  la  historia  del  Padre  C. R. C.,  así  como  la

  leyenda masónica de Hiram Abif, es una alegoría que no hay que tomar al pie de la

  letra. A un problema similar se han enfrentado los estudiosos de la Biblia, a los que no
  solo les ha resultado difícil sino, en la mayoría de los casos, imposible corroborar la

  interpretación histórica de las Sagradas Escrituras.

       Si admitimos la existencia de los rosacruces como sociedad secreta con finalidades
  tanto  filosóficas  como  políticas  resulta  sorprendente  que  una  organización  con

  miembros en todas partes de Europa pudiese mantener un secreto absoluto a lo largo

  de los siglos. No obstante, parece que los Hermanos de la Rosa Cruz lo consiguieron.

  Se sospecha que pertenecieron a la Orden gran cantidad de estudiosos y filósofos —
  entre  ellos  sir  Francis  Bacon  y  Wolfgang  von  Goethe—,  pero  no  se  ha  podido

  establecer  la  relación  entre  ellos  de  un  modo  satisfactorio  para  los  historiadores

  prosaicos. Abundaban los seudorrosacruces, pero los miembros legítimos de la Orden
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