Page 636 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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de metales era un delito contra la corona. En la Colección de Manuscritos Alquímicos

  del  doctor  Sigismund  Bacstrom,  hay  una  copia  manuscrita  de  la  ley  que  ellos
  aprobaron, copiada del capítulo 30 de las leyes del reino correspondientes al primer

  año de su reinado. La ley en cuestión establece lo siguiente: «Una ley para revocar la

  aprobada en el quinto año del reinado de Enrique IV, que fuera rey de Inglaterra, en la

  que estipulaba, entre otras cosas, con estas palabras, o a tal efecto, a saber: “Que a
  partir  de  este  momento  nadie  multiplicará  el  oro  o  la  plata  ni  utilizará  el  arte  de  la

  multiplicación  y  quien  lo  hiciere  cometerá  un  delito  grave”.  Y  por  cuanto  desde  la

  aprobación de dicha ley diversas personas han adquirido —gracias a sus estudios, su

  laboriosidad y su saber— gran pericia y perfección en el arte de fundir y refinar los
  metales  y  por  otros  medios  en  el  de  mejorarlos  y  multiplicarlos,  a  ellos  y  a  sus

  minerales,  que  mucho  abundan  en  nuestro  reino,  y  en  el  de  extraer  de  ellos  oro  y

  plata, aunque no se atreven a poner en práctica esta habilidad en nuestro reino, por
  temor  a  sufrir  el  castigo  que  impone  dicha  ley,  sino  que  ejercen  su  arte  en  tierras

  extranjeras,  lo  que  supone  gran  pérdida  y  detrimento  para  nuestro  reino:  por

  consiguiente, sus graciosas majestades, el rey y la reina, por recomendación y con el
  beneplácito de los Lores espirituales y temporales y de los Comunes, reunidos en este

  Parlamento,  aprueban  que,  a  partir  de  este  momento,  la  rama,  artículo  o  sentencia

  mencionada, contenida en dicha ley, se revoque, anule, suprima y declare nula para

  siempre, a pesar de todo lo que se estipule en contrario en dicha ley, siempre con la
  condición —aprobada por la autoridad mencionada— de que todo el oro y la plata

  que  se  extraigan  mediante  este  arte  de  fundir  o  refinar  los  metales  y  de  mejorar  y

  multiplicar  de  cualquier  otra  manera  los  metales  y  sus  minerales  —como  ya  se  ha

  establecido—  no  se  emplee  con  ninguna  otra  finalidad  o  finalidades  que  no  sea  el
  incremento  de  las  monedas  y  que  el  lugar  que  se  designa  en  el  presente  para

  despacharlos  es  la  casa  de  la  moneda  de  Sus  Majestades,  dentro  de  la  Torre  de

  Londres, donde recibirán el pleno y verdadero valor del oro y la plata, conseguidos
  así, de vez en cuando, según el examen de la calidad y la pureza de los mismos y por

  lo  tanto  por  mayor  o  menor  peso,  y  que  el  metal  del  oro  y  la  plata  refinados  y

  conseguidos por estos medios no se podrá usar ni despachar en ningún otro lugar o

  lugares dentro de los dominios de Sus Majestades». Tras la entrada en vigor de esta
  revocación, Guillermo y María fomentaron la continuación del estudio de la alquimia.

       El doctor Franz Hartmann ha reunido pruebas fiables sobre cuatro alquimistas que

  transmutaron metales de baja ley en oro no una sino muchas veces. Uno de ellos fue

  un monje agustino llamado Wenzel Seiler, que descubrió en su convento una pequeña
  cantidad de un polvo rojo misterioso. En presencia del emperador Leopoldo I. rey de
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