Page 640 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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también contra su propio carácter irascible, combatió por el bien de la mayoría contra
el dominio de unos pocos. Fue el primero que escribió libros científicos en el lenguaje
de la gente corriente, para que todos pudieran leerlos.
Ni siquiera a su muerte halló reposo Paracelso. Sus huesos fueron desenterrados y
vueltos a enterrar una y otra vez. En la lápida de mármol que cubre su tumba se puede
leer la siguiente inscripción: «Aquí yace Philip Theophrastus, el famoso doctor en
medicina que curó heridas, la lepra, la gota, la hidropesía y otras enfermedades
incurables del cuerpo con su maravilloso saber y entregó sus bienes para que fueran
repartidos entre los pobres. En el año 1541, a los veinticuatro días del mes de
septiembre, cambió la vida por la muerte. Paz a los vivos y descanso eterno a los
sepultados».
En The Life of Paracelsus, A. M. Stoddart ofrece un testimonio notable del amor
que sentían las masas por el gran médico. Con respecto a su tumba, escribe lo
siguiente: «Los pobres rezan en ella hasta el día de hoy. El recuerdo de Hohenheim ha
“florecido en el polvo” hasta la santidad, porque los pobres lo han canonizado.
Cuando el cólera amenazó Salzburgo en 1830, la gente acudió en peregrinación a su
monumento y le rezó para que impidiera que entrara en sus casas. El temible azote
pasó de largo e hizo estragos en Alemania y en el resto de Austria». Se supone que
uno de los primeros maestros de Paracelso fue un alquimista misterioso que se hacía
llamar Salomón Trismosin. Nada se sabe con respecto a él, salvo que, tras deambular
durante algunos años, consiguió la fórmula de la transmutación y dijo que había
fabricado enormes cantidades de oro. En el Museo Británico hay un manuscrito
bellamente iluminado de este autor que data de 1582 y se titula Splendor Solis.
Trismosin sostenía que había vivido hasta los ciento cincuenta años gracias a sus
conocimientos de alquimia. En su Alchemical Wanderings, una obra que,
supuestamente, narra su búsqueda de la piedra filosofal, aparece una afirmación muy
significativa: «Estudiad lo que sois, a lo que pertenecéis, lo que conocéis de lo que
sois, porque esto es en verdad lo que sois. Lo que hay fuera de vos está también en
vuestro interior, así escribió Trismosin».
Ramon Llull
El más famoso de todos los alquimistas españoles nació alrededor del año 1235. Su
padre era senescal de Jaime I de Aragón y el joven Ramón creció en la corte, rodeado
de las tentaciones y el despilfarro que abundan en lugares semejantes. Más tarde