Page 643 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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donde finalmente encontró el martirio que había desafiado tantas veces. Se le echaron
encima y lo lapidaron. Unos comerciantes genoveses se llevaron su cuerpo, en el que
distinguieron débiles signos de vida. Lo subieron a bordo de su embarcación, pero,
aunque sobrevivió algún tiempo, falleció cuando avistaron Mallorca, el 28 de junio de
1315, a la edad de ochenta y un años. Fue enterrado con honores en la capilla de su
familia, en presencia del virrey y de los principales miembros de la nobleza».
Nicolás Flamel
En la última parte del siglo XIV vivió en París alguien que se dedicaba a iluminar
manuscritos y a preparar escrituras y documentos. Gracias a Nicolás Flamel, el mundo
conoce un libro de lo más curioso, que él adquirió por una suma insignificante a un
librero con el que mantenía contacto por su profesión de escriba. Conozcamos con
sus propias palabras la historia de este documento extraordinario, llamado el Libro de
Abraham el Judío, tal como la conserva en su obra El libro de las figuras jeroglíficas:
«Mientras que hasta entonces, yo, Nicolás Flamel, notario, tras la muerte de mis
padres me ganaba la vida mediante el arte de la escritura, haciendo inventarios,
poniendo cuentas en orden y sumando los gastos de tutores y discípulos cayó en mis
manos, por la suma de dos florines, un libro dorado, muy antiguo y muy grande. No
era de papel ni de pergamino, como otros, sino que solo estaba hecho de delicadas
cortezas —eso me pareció a mí— de árboles jóvenes. La cubierta era de bronce, bien
encuadernada, y llevaba grabadas letras o figuras extrañas; por mi parte creo que bien
podrían haber sido caracteres griegos o de algún otro idioma antiguo. Estoy seguro.
No podía leerlos y soy consciente de que no eran notas ni letras de los romanos ni de
los gajos, porque de ellas entendemos un poco.
»En cuanto a su contenido, las hojas de corteza llevaban grabadas y escritas —con
admirable diligencia— con una punta de hierro unas letras latinas coloreadas,
hermosas y cuidadas. Contenía tres veces siete hojas, porque así estaban contadas en
la parte superior de cada una; en la séptima hoja del primer grupo había pintada una
virgen con una serpiente que la devoraba; en la séptima hoja del segundo grupo había
una cruz con una serpiente crucificada, y en la séptima hoja del último grupo había
pintados desiertos, en medio de los cuales había hermosas fuentes, de las que salían
montones de serpientes que subían y bajaban y corrían de aquí para allá. En la primera
de las hojas estaba escrito en grandes letras mayúsculas doradas: “Abraham el Judío,
príncipe, sacerdote, levita, astrólogo y filósofo, a la nación judía, dispersa por la ira de