Page 657 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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Existen dos métodos para conseguir el crecimiento. El primero es mediante la
naturaleza, un alquimista que siempre logra lo que parece imposible. El segundo es
mediante el arte, gracias al cual se obtiene en relativamente poco tiempo lo que la
naturaleza tarda períodos casi interminables en repetir. El filósofo auténtico, que desea
producir la magnum opus, basa su conducta en el modelo que le brindan las leyes de
la naturaleza, porque reconoce que el arte de la alquimia no es más que un método
copiado de la naturaleza, pero que, gracias a determinadas fórmulas secretas, se acorta
muchísimo, al intensificarse en la misma proporción. Para producir sus milagros, la
naturaleza tiene que actuar de forma extensiva o intensiva. Los procesos extensivos de
la naturaleza son los que se emplean para transmutar la brea del negro de carbón en
diamantes y hacen falta millones de años para que se endurezcan naturalmente. El
proceso intensivo es el arte, que siempre está al fiel servicio de la naturaleza —como
dice el doctor A. Dee—, la completa en todos sus pasos y colabora con ella de todas
las formas. «Por consiguiente, en este trabajo filosófico, la naturaleza y el arte
deberían ir muy unidos, para que el arte no requiera lo que la naturaleza niega ni la
naturaleza niegue lo que el arte puede perfeccionar, porque la naturaleza, al asentir, se
degrada sumisamente ante cada artista, mientras que la laboriosidad de ellos la ayuda,
en lugar de ser un obstáculo». [187]
Por medio de este arte se puede hacer germinar la semilla que está dentro del alma
de la piedra con tanta intensidad que en pocos instantes se forme un diamante a partir
de su propia semilla. Si la semilla del diamante no estuviera en el mármol, el granito y
la arena, no podría nacer de ellos un diamante, pero, como la semilla está dentro de
todas estas cosas, se puede hacer un diamante de cualquier otra sustancia del universo.
No obstante, en algunas sustancias es más fácil hacer este milagro, porque en ellas
estos gérmenes ya han sido fecundados hace mucho y, por consiguiente, están más
preparadas para el proceso vivificante del arte. Asimismo, es más fácil enseñar la
sabiduría a algunos hombres que a otros, porque algunos ya tienen una base sobre la
cual trabajar, mientras que otros tienen la capacidad de pensar totalmente aletargada.
Por consiguiente, la alquimia se debería considerar el arte de incrementar y hacer
florecer a la perfección y con la máxima celeridad posible. La naturaleza puede
alcanzar el objetivo que se propone o, debido a la destructividad que uno de los
elementos ejerce sobre otro, tal vez no: sin embargo, con la ayuda del verdadero arte,
la naturaleza siempre alcanza su objetivo, porque este arte no está sujeto a los
desgastes del tiempo ni al vandalismo de las reacciones elementales
En A History of Chemistry, James Campbell Brown, antiguo profesor de química