Page 661 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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humanos, animales y vegetales; a veces figuras compuestas increíbles, como
el dragón, la serpiente alada, el unicornio y el fénix. En casi todos los casos
representaban el oro como un rey con una corona en la cabeza y a menudo
con un cetro en la mano; a veces aparecía con la cara del disco solar
rodeada de rayos. La plata se representaba como una mujer a la que
llamaban la reina. No llevaba corona, pero a menudo estaba de pie sobre
una media luna, como la Virgen. Mercurio se representaba como un joven
alado, a menudo con dos cabezas, llevando serpientes o algunas veces el
caduceo. El plomo se representaba mediante un anciano con una guadaña
en la mano; el hierro, con un soldado con armadura. El aqua fortis recibía
el curioso nombre de «el estómago del avestruz» y a la consecución de la
gran obra le asignaban el símbolo del fénix sentado en un nido de fuego.
Para representar la unión de los elementos utilizaban una boda; para el
proceso de putrefacción, una calavera, y para el antimonio, un dragón.
El hecho de que las Escrituras revelan un conocimiento oculto —aunque considerado
alegórico— se demuestra con toda claridad en una parábola que describe al rey
Salomón, sus esposas, sus concubinas y sus vírgenes y que aparece en Geheime
Figuren der Rosenkreuzer, publicado por Ultona en 1785. El doctor Hartmann, que
tradujo parte de esta obra al inglés, decía que las esposas de Salomón representaban a
las artes; las concubinas, a las ciencias, y las vírgenes, a los secretos de la naturaleza
que aún no habían sido revelados. Por orden del rey, las vírgenes se veían obligadas a
quitarse el velo, lo que significa que, mediante la sabiduría (Salomón) se obligaba a
las artes místicas a revelar al filósofo sus partes ocultas, mientras que, para el mundo
no iniciado, solo eran visibles las prendas exteriores. [189]
Como el alquimista, si quiere alcanzar la magnum opus, debe desempeñar su
trabajo en cuatro mundos de forma simultánea, una tabla que muestre las analogías de
los tres principios en los cuatro mundos puede aclarar la relación de las distintas
partes entre sí. Los primeros maestros del arte del simbolismo alquímico no
normalizaron los símbolos ni los términos que empleaban, de modo que había que
estar muy familiarizado con el tema y, ademas, poseer bastante intuición para
desentrañar algunas de sus afirmaciones enigmáticas. La tercera y la cuarta división de
la tabla siguiente tienen versiones alternativas, porque algunos autores no distinguían
con claridad entre el espíritu y el alma. Según las Escrituras, el espíritu es