Page 779 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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situada  entre  las  cejas  es  la  misma;  desde  allí  hasta  las  raíces  inferiores  del

       cabello también es una tercera parte y comprende la frente. El largo del pie es
       una sexta parte de la altura del cuerpo: del antebrazo, una cuarta parte, y del

       ancho del pecho también es una cuarta parte. Los demás miembros también

       tienen  sus  propias  proporciones  simétricas  y  utilizándolas  fue  como  los

       pintores  y  escultores  famosos  de  la  Antigüedad  adquirieron  su  renombre
       grande e ilimitado.



       Los  edificios  levantados  por  los  constructores  dionisíacos  eran,  sin  duda,

  «sermones  en  piedra».  Aunque  incapaces  de  comprender  del  todo  los  principios

  cósmicos  plasmados  en  aquellas  obras  maestras  del  ingenio  y  la  laboriosidad
  humanos,  hasta  los  no  iniciados  quedaban  siempre  abrumados  por  la  sensación  de

  majestuosidad  y  simetría  que  producía  la  coordinación  perfecta  de  pilares,  arcos  y

  bóvedas. Mediante variaciones en los detalles de tamaño, material, tipo, distribución,
  ornamentación y color, aquellos constructores inspirados creían en la posibilidad de

  provocar en la naturaleza del observador reacciones mentales o emocionales precisas.

  Vitrubio,  por  ejemplo,  describe  la  distribución  de  jarrones  de  bronce  en  una

  habitación  para  provocar  determinados  cambios  en  el  tono  y  la  calidad  de  la  voz
  humana. Asimismo, cada cámara de los Misterios que atravesaba el candidato tenía

  una acústica peculiar. Por ejemplo, en una cámara la voz del sacerdote se amplificaba

  tanto  que  sus  palabras  hacían  vibrar  la  habitación,  mientras  que  en  otra  la  voz  se

  apagaba y se atenuaba tanto que sonaba como el tintineo lejano de unas campanillas
  de plata. Además, en algunos de los pasillos subterráneos parece que el candidato se

  veía desprovisto de la capacidad de hablar, porque, aunque gritase a voz en cuello, no

  llegaba  a  sus  oídos  ni  siquiera  un  susurro.  En  cambio,  tras  avanzar  unos  cuantos
  centímetros, descubría que hasta su suspiro más débil resonaba cientos de veces.

       La  máxima  ambición  de  los  Arquitectos  Dionisíacos  era  construir  edificios  que

  produjeran impresiones definidas y acordes con la finalidad para la cual habían sido

  diseñados. Al igual que los pitagóricos, creían en la posibilidad de inducir, mediante
  combinaciones de líneas rectas y curvas, las actitudes mentales o las emociones que

  ellos quisieran. Por consiguiente, se esforzaban por producir edificios perfectamente

  armoniosos con la estructura del universo. Puede que incluso creyeran que un edificio

  construido de este modo —al no discrepar en nada con ninguna realidad existente—
  no quedaría sujeto a la disolución, sino que duraría todo el lapso del tiempo mortal.

  Como  deducción  lógica  de  su  línea  de  pensamiento  filosófica,  un  edificio  así  —en

  rapport con el cosmos— también se habría convertido en un oráculo. Algunas de las
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