Page 823 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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menos que en el conjunto de los tres clavos de la crucifixión y que si unimos las tres

  puntas, se forma el símbolo antiguo de la cruz de Tau egipcia.
       En su Ancient Freemasonry, Frank C. Higgins reproduce el mandil masónico de

  una figura de piedra colosal que hay en Quiriguá (Guatemala). El adorno que aparece

  en el centro del mandil son los tres clavos de la Pasión, dispuestos exactamente como

  la  marca  de  posesión  británica.  Que  fueran  necesarios  tres  clavos  para  crucificar  a
  Cristo, tres asesinos para matar a Hiram Abif y tres heridas para dar muerte al príncipe

  Coh, el Osiris indígena mexicano, resulta significativo.

       C. W. King, en The Gnostics and Their Remains, describe con estas palabras una

  gema  gnóstica:  «El  pléroma  gnóstico,  o  la  combinación  de  todos  los  eones  [se]
  expresa  mediante  el  esbozo  de  un  hombre  con  un  rollo  en  la  mano  […]  La  mano

  izquierda tiene la forma de tres puntas o clavos doblados y es sin lugar a dudas, el

  mismo símbolo que Belo suele llevar en la mano extendida en los cilindros babilonios
  y que después descubrieron los cabalistas judíos en las puntas de la letra shin y los

  místicos medievales en los tres clavos de la cruz». A partir de aquel punto, Hargrave

  Jennings continúa las especulaciones de King y destaca la semejanza entre el clavo y el
  obelisco, o pilar, y que el valor cabalístico de la letra hebrea shin, o sin, es trescientos

  es decir, cien por cada punta.

       Los clavos de la Pasión son símbolos de suma importancia, sobre todo si tenemos

  en cuenta que, según los sistemas de cultura esotéricos, en las palmas de las manos y
  en las plantas de los pies hay algunos centros secretos de fuerza.

       El hecho de clavar los clavos y la sangre y el agua que manaron de las heridas eran

  simbólicos  de  ciertas  prácticas  filosóficas  secretas  del  templo.  Muchas  de  las

  divinidades  orientales  tienen  símbolos  misteriosos  en  las  manos  y  los  pies.  Las
  llamadas huellas de Buda se suelen adornar con un sol espléndido en el punto en el

  cual el clavo perforó el pie de Cristo.

       En  sus  apuntes  sobre  la  teología  de  Jakob  Böhme,  el  doctor  Franz  Hartmann
  resume con estas palabras el simbolismo místico de la crucifixión: «La cruz representa

  la vida terrenal y la corona de espinas, los sufrimientos del alma dentro del cuerpo

  elemental, pero también la victoria del espíritu sobre los elementos de la oscuridad. El

  cuerpo está desnudo, para indicar que el candidato a la inmortalidad debe despojarse
  de cualquier apego a lo terrenal. La figura está clavada a la cruz, lo cual simboliza la

  muerte y la renuncia a la propia voluntad y que no debe tratar de lograr nada por sí

  mismo,  sino  limitarse  a  servir  como  instrumento  para  cumplir  la  voluntad  divina.

  Sobre la cabeza se inscriben las letras I.N.R.J., cuyo significado principal es In Nobis
  Regnat  Jesús  (“en  nosotros  reina  Jesús”).  Sin  embargo,  los  únicos  que  pueden
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