Page 348 - Dune
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—Cada día, y a veces cada hora, lleva sus cambios —dijo ella—. Hummm… —y
sonrió al Barón antes de alejarse. Su amplia falda siseó mientras avanzaba, con un
paso mesurado y noble, hacia las dobles puertas del fondo del salón.
El Barón observó que las conversaciones entre las Casas Menores cesaban al
acercarse ella, que todos los ojos la seguían ¡Bene Gesserit!, pensó el Barón. ¡El
universo haría mejor desembarazándose de ellas!
—Hay un cono de silencio entre los dos pilares ahí, a nuestra izquierda —dijo el
Barón—. Podremos hablar sin temor a ser escuchados. —Abrió camino con su andar
ondulante hasta la zona acústica aislante, notando cómo los ruidos del salón se
volvían confusos y distantes.
El Conde avanzó a su lado, y ambos se volvieron hacia la pared para impedir que
alguien pudiera leer en sus labios.
—No nos ha satisfecho el modo como habéis echado a los Sardaukar de Arrakis
—dijo el Conde.
¡Habla claro!, pensó el Barón.
—Los Sardaukar no podían quedarse allí más tiempo sin correr el riesgo de que
otros descubrieran cómo el Emperador me había ayudado —dijo el Barón.
—Pero vuestro sobrino Rabban no parece en absoluto preocupado por resolver el
problema de los Fremen.
—¿Qué es lo que quiere el Emperador? —preguntó el Barón—. No queda más
que un puñado de Fremen en Arrakis. El desierto meridional es inhabitable. El
desierto septentrional es batido regularmente por mis patrullas.
—¿Quién dice que el desierto meridional es inhabitable?
—Vuestro propio planetólogo lo ha dicho, mi querido Conde.
—Pero el doctor Kynes está muerto.
—Ah, sí… desgraciadamente.
—Hemos sobrevolado los territorios meridionales —dijo el Conde—. Hay
evidencias de vida vegetal.
—¿Entonces la Cofradía ha aceptado explorar Arrakis desde el espacio?
—Vos conocéis bien el asunto, Barón. Sabéis que el Emperador no puede
legalmente hacer vigilar Arrakis.
—Y yo tampoco —dijo el Barón—. ¿Quién ha efectuado este vuelo?
—Un… contrabandista.
—Alguien os ha mentido, Conde —dijo el Barón—. Los contrabandistas no
pueden volar sobre los territorios meridionales mejor que los hombres de Rabban.
Tormentas, torbellinos de arena y todo esto, ya sabéis. Los marcadores de navegación
son abatidos antes incluso de que sean instalados.
—Discutiremos los diversos tipos de tormentas en otra ocasión —dijo el Conde.
Ahhh, pensó el Barón.
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