Page 387 - Dune
P. 387

—¿Y qué es lo que ves?
               Ella bajó los ojos para mirar sus manos.
               —Veo a un niño… en mis brazos. Es nuestro hijo, tuyo y mio —llevó una mano a

           su boca—. ¿Cómo puedo conocerlo todo de ti?
               Tienen  algo  de  talento,  le  dijo  su  mente  a  Paul.  Pero  lo  rechazan  porque  les
           aterroriza.

               En un momento de lucidez, vio que Chani estaba temblando.
               —¿Qué quieres decir? —preguntó.
               —Usul —susurró ella, y seguía temblando.

               —No puedes volver al futuro —dijo él.
               Lo invadió una profunda compasión hacia ella. La apretó contra sí, acariciando su
           cabeza.

               —Chani, Chani, no tengas miedo.
               —Usul, ayúdame —imploró ella.

               Mientras  ella  hablaba,  Paul  sintió  que  la  droga  completaba  su  trabajo  en  su
           interior,  rasgando  los  velos  del  tiempo  para  revelar  el  lejano  torbellino  gris  de  su
           futuro.
               —Estás tan tranquilo —dijo Chani.

               Él  se  inmovilizó  en  su  consciencia,  viendo  al  tiempo  dilatarse  en  su  extraña
           dimensión,  delicadamente  estable  pero  aún  tumultuoso,  estrecho  y  a  la  vez

           proyectado  para  recoger  mundos  y  energías  innumerables,  una  cuerda  tensa  y
           oscilante sobre la que debía pasar manteniendo el equilibrio.
               Por  un  lado  veía  el  Imperio,  a  un  Harkonnen  llamado  Feyd-Rautha  que  le
           amenazaba como una mortal hoja, los Sardaukar que se lanzaban fuera de su planeta

           para reemprender el pogrom sobre Arrakis, la Cofradía que complotaba y aprobaba
           tácitamente,  las  Bene  Gesserit  con  su  esquema  de  selección  genética.  Todos  se

           amasaban  en  el  horizonte,  retenidos  tan  sólo  por  los  Fremen  y  su  Muad’Dib,  el
           gigante Fremen aún dormido que sólo esperaba el despertar de la salvaje cruzada que
           devastaría el universo.
               Paul se vio a sí mismo como el centro, el pivote alrededor del cual giraba toda

           aquella  inmensa  estructura,  cruzando  aquella  finísima  cuerda,  el  imperceptible
           segmento  de  paz  y  felicidad,  con  Chani  a  su  lado.  Ante  él,  un  breve  paréntesis

           relativamente  tranquilo  en  un  oculto  sietch,  un  instante  de  paz  entre  períodos  de
           violencia.
               —No hay otro lugar para la paz —dijo.

               —Usul,  estás  llorando  —murmuró  Chani—.  Usul,  mi  fuerza,  ¿estás  dando
           humedad a los muertos? ¿A qué muertos?
               —A los que todavía no están muertos —dijo él.

               —Entonces deja que vivan el tiempo de sus vidas.




                                        www.lectulandia.com - Página 387
   382   383   384   385   386   387   388   389   390   391   392