Page 382 - Dune
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inmóvil.
—El tiempo me empuja —dijo la Reverenda Madre con su consciencia—. Tengo
mucho que darte. E ignoro si tu hija podrá aceptarlo todo y conservar su salud mental.
Pero así debe ser: las necesidades de la tribu están por encima de todo lo demás.
—¿Qué…?
—¡Guarda silencio y acepta!
Ante Jessica empezaron a desfilar experiencias. Eran como la banda de lectura de
un proyector de adiestramiento subliminal en la escuela Bene Gesserit… pero mucho
más rápido… terriblemente mucho más rápido.
Y pese a todo… claro.
Reconocía cada experiencia en el mismo momento en que se manifestaba: había
un amante, viril, barbudo, con los ojos oscuros de los Fremen, y Jessica sintió su
fuerza y su ternura, y toda su vida en un instante, a través de los recuerdos de la
Reverenda Madre.
No era el tiempo de pensar en el efecto que tendría esto en el feto de su hija, era
tan sólo el tiempo de aceptar y registrar. Las experiencias se derramaron sobre
Jessica: nacimiento, vida, muerte… cosas importantes e intrascendentes, toda una
existencia en un simple relámpago de tiempo.
¿Por qué esta catarata de arena cayendo desde lo alto de un farallón ha
permanecido incrustada de esta manera en el recuerdo?, se preguntó.
Más tarde Jessica comprendió lo que estaba ocurriendo: la anciana estaba
muriendo y, al morir, vertía todas sus experiencias en la consciencia de Jessica, como
el agua se vierte en una taza. La otra partícula se desvaneció lentamente en su propia
consciencia prenatal, bajo la mirada interior de su madre. Y, mientras, la vieja
Reverenda Madre dejaba su vida en la memoria de Jessica con un último gemido
confuso de palabras.
—Te he esperado tanto tiempo —dijo—. Aquí está mi vida.
Y allí estaba realmente, almacenada en su interior, toda ella.
Hasta el instante de su muerte.
Ahora soy una Reverenda Madre, se dio cuenta Jessica.
Y necesitó tan sólo un instante para comprender lo que era ahora, supo realmente
lo que significaba ser una Reverenda Madre Bene Gesserit. La droga venenosa la
había transformado.
No ocurría exactamente así en la escuela Bene Gesserit, pensó. Ahora lo sabía,
aunque nadie la había introducido en aquellos misterios.
Pero el resultado era el mismo.
Jessica sintió la partícula infinitesimal de su hija rozando su consciencia interior,
la tocó, peró no obtuvo respuesta.
Un terrible sentimiento de soledad invadió a Jessica junto con la comprensión de
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