Page 379 - Dune
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venenos conocidos por ella, pero pese a todo distinto.
               —Ahora debes beber —dijo Chani.
               No  hay  salida  posible,  pensó  Jessica.  Nada,  en  todo  su  adiestramiento  Bene

           Gesserit, le proporcionaba una ayuda en aquel difícil momento.
               ¿Qué es?, se preguntó. ¿Un licor? ¿Una droga?
               Se inclinó aún más sobre el extremo del tubo, percibió olores etéreos distintos al

           de la canela, y recordó la embriaguez de Duncan Idaho. ¿Un licor de especia?, se
           preguntó a sí misma. Metió el extremo del tubo en su boca y sorbió una muy pequeña
           cantidad. Notó el gusto de la especia, con algo acre, en la lengua.

               Chani se apoyó entonces en el saco. Un violento chorro de líquido penetró en la
           boca de Jessica, y no tuvo más remedio que tragarlo, esforzándose en conservar toda
           su calma y dignidad.

               —Aceptar una pequeña muerte es a veces peor que la gran muerte —dijo Chani.
           Miró fijamente a Jessica, aguardando.

               Y  Jessica  le  devolvió  su  mirada,  siempre  con  el  tubo  en  la  boca.  El  sabor  del
           líquido  estaba  en  su  paladar,  en  su  nariz,  en  sus  mejillas,  en  sus  ojos…  un  sabor
           dulzón ahora.
               Fresco.

               Chani oprimió de nuevo el líquido hacia la boca de Jessica.
               Delicado.

               Jessica estudió el rostro de Chani, sus rasgos de elfo, encontrando las similitudes
           con el rostro de Liet-Kynes, un rostro que aún no había sido fijado por el tiempo.
               Me han dado una droga, se dijo Jessica.
               Pero  era  distinta  a  cualquier  otra  droga  conocida  por  ella,  y  el  adiestramiento

           Bene Gesserit incluía el ensayo de innumerables drogas.
               Los rasgos de Chani eran cada vez más claros, como si se destacaran silueteados

           sobre una violeta luz.
               Una droga.
               El  silencio  torbellineaba  en  torno  a  Jessica.  Cada  fibra  de  su  cuerpo  había
           aceptado  el  hecho  de  que  algo  muy  profundo  estaba  ocurriendo  en  ella.  Tenía  la

           impresión  de  ser  tan  sólo  un  ínfimo  grano  de  polvo  consciente,  más  pequeño  que
           cualquier partícula subatómica, y todavía capaz de moverse y de percibir el mundo a

           su alrededor. Como en una brusca revelación, como si se descorriera un velo, se vio a
           sí misma bajo la forma de una gran extensión psicoquinésica. Era un átomo, pero no
           era un átomo.

               La  caverna  existía  aún  a  su  alrededor…  y  la  gente.  Los  sentía:  Paul,  Chani,
           Stilgar, la Reverenda Madre Ramallo.
               ¡La Reverenda Madre!

               En la escuela corrían rumores de que a veces no se sobrevivía a la prueba de la




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