Page 381 - Dune
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¡Y  otra  partícula  psicoquinésica  penetró  en  su  consciencia!  Jessica  intentó
           rechazarla, pero la partícula se acercaba cada vez más… cada vez más.
               ¡Se tocaron!

               Fue como una íntima unión, la más completa y definitiva, y fue dos personas al
           mismo tiempo: no telepatía, sino consciencia recíproca.
               ¡Con la vieja Reverenda Madre!

               Pero Jessica vio que la Reverenda Madre no pensaba en sí misma como en una
           vieja.  Una  imagen  se  desplegó  en  las  dos  mentes  fusionadas:  una  mujer  joven  de
           espíritu alegre y tierno humor.

               Dentro de su mutua consciencia, la joven dijo:
               —Sí, así es como soy.
               Jessica sólo pudo aceptar aquellas palabras, no responder a ellas.

               —Muy pronto lo tendrás todo, Jessica —dijo la imagen interior.
               Es una alucinación, se dijo Jessica.

               —Tú  sabes  bien  que  no  —dijo  la  imagen  interior—.  Debemos  apresurarnos
           ahora, no luches conmigo. No hay mucho tiempo. Nosotras… —Una larga pausa, y
           luego—: ¿Por qué no nos has dicho que estabas encinta?
               Jessica  encontró  al  fin  la  voz  que  podía  hablar  en  el  seno  de  su  mutua

           consciencia.
               —¿Por qué?

               —¡¡Esto nos cambia a ambas!! Santa Madre, ¿qué es lo que hemos hecho?
               Jessica  percibió  un  cambio  en  la  mutua  consciencia,  y  una  nueva  partícula-
           presencia apareció ante su ojo interior. Se movía rápida e incontroladamente, aquí,
           allí, trazando círculos. Irradiaba puro terror.

               —Tendrás que ser fuerte —dijo la imagen-presencia de la Reverenda Madre—.
           Eres afortunada de llevar una hija. Un feto masculino hubiera sido muerto. Ahora…

           suavemente, lentamente… toca a tu hija-presencia. Sé tu hija-presencia. Absorbe su
           miedo… cálmala… usa tu valor y tu fuerza… suavemente ahora… suavemente.
               La partícula torbellineante se acercó, y Jessica se obligó a tocarla.
               El terror amenazó con arrollarla.

               Lo  combatió  con  el  único  medio  a  su  alcance  que  conocía:  «No  conoceré  el
           miedo. El miedo mata la mente…».

               La letanía le devolvió algo de calma. La otra partícula se inmovilizó a su lado.
               Las palabras no servirán, se dijo Jessica.
               Descendió  hasta  el  nivel  de  las  reacciones  emocionales  básicas,  irradió  amor,

           confort, una cálida protección.
               El terror retrocedió.
               De  nuevo  se  impuso  la  presencia  de  la  Reverenda  Madre,  pero  ahora  la

           percepción  era  triplemente  mutua…  dos  de  ellas  activas  y  la  tercera  absorbiendo




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