Page 376 - Dune
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evocando  un  montón  de  bastones  envuelto  en  ropas  negras.  Se  detuvo  frente  a
           Jessica,  la  escrutó  de  arriba  a  abajo  por  un  largo  momento,  y  luego  habló  en  un
           murmullo estridente:

               —Así que tú eres ella —la vieja cabeza osciló precariamente sobre el delgado
           cuello—. La Shadout Mapes tuvo razón al sentir piedad por ti.
               —No  necesito  la  piedad  de  nadie  —respondió  Jessica,  rápidamente,

           desdeñosamente.
               —Esto  queda  por  ver  —resopló  la  anciana.  Se  volvió  con  una  sorprendente
           rapidez para hacer frente a la multitud—. Díselo, Stilgar.

               —¿Es preciso? —preguntó él.
               —Somos  el  pueblo  de  Misr  —dijo  la  anciana  con  voz  rasposa—.  Desde  que
           nuestros antepasados huyeron de Nilotic al-Ourouba, hemos conocido la huida y la

           muerte. Los jóvenes viven para que nuestro pueblo no muera.
               Stilgar inspiró profundamente y dio dos pasos hacia adelante.

               Jessica  notó  el  atento  silencio  que  descendía  sobre  la  enorme  caverna…  unas
           veinte mil personas ahora, de pie, silenciosas, sin el menor movimiento. De pronto se
           sintió pequeña y vulnerable.
               —Esta noche deberemos abandonar este sietch que nos ha dado abrigo durante

           tanto tiempo y andar hacia el sur en el desierto —dijo Stilgar. Su voz resonó sobre la
           marea de rostros levantados, creando ecos en la cavidad acústica a sus espaldas.

               La multitud mantuvo un absoluto silencio.
               —La Reverenda Madre me ha dicho que no podrá sobrevivir a otro hajra —dijo
           Stilgar—. Hemos vivido ya antes sin Reverenda Madre, pero no es bueno para un
           pueblo en busca de un nuevo hogar en estas condiciones.

               Ahora la multitud comenzó a agitarse, estremeciéndose con murmullos y oleadas
           de inquietud.

               —Para que esto no ocurra —dijo Stilgar—, nuestra nueva Sayyadina, Jessica del
           Extraño Arte, ha consentido someterse a los ritos ahora. Intentará alcanzar el paso
           interior a fin de que no perdamos la fuerza de nuestra Reverenda Madre.
               Jessica del Extraño Arte, pensó Jessica. Vio la mirada de Paul clavada en ella, sus

           ojos  llenos  de  preguntas,  pero  su  boca  permanecía  silenciosa  a  causa  de  toda  la
           extrañeza que había a su alrededor.

               Si muero en la tentativa, ¿qué le ocurrirá a él?, se preguntó Jessica. De nuevo su
           mente estuvo llena de dudas.
               Chani condujo a la Reverenda Madre hasta el sillón en la roca, al fondo de la

           cavidad acústica, y regresó al lado de Stilgar.
               —A fin de que no lo perdamos todo si Jessica del Extraño Arte falla en su prueba
           —dijo Stilgar—, Chani, hija de Liet, será consagrada Sayyadina en este momento —

           dio un paso hacia un lado.




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