Page 399 - Dune
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                                  En  las  profundidades  de  nuestro  inconsciente  hay  una  obsesiva  necesidad  de  un
                                  universo lógico y coherente. Pero el universo real se halla siempre un paso más allá de
                                  la lógica.


                                                          De Los proverbios de Muad’Dib, por la PRINCESA IRULAN



           He estado sentado frente a muchos jefes de Grandes Casas, pero nunca he visto a un
           cerdo tan enorme y peligroso como este, se dijo Thufir Hawat.

               —Puedes hablar francamente conmigo, Hawat —retumbó el Barón. Se dejó caer
           en  su  silla  a  suspensor,  con  sus  ojos  hundidos  bajo  pliegues  de  grasa  mirando
           fijamente a Hawat.

               El viejo Mentat echó una ojeada a la mesa entre el Barón Vladimir Harkonnen y
           él, notando la calidad de la madera. Incluso éste era un factor a considerar cuando se

           enjuiciaba al Barón, así como las paredes rojas del estudio privado y el suave olor
           dulzón de la hierba flotando en el aire, ocultando el intenso olor del musgo.
               —No ha sido por un simple capricho que me has hecho enviar aquella advertencia
           a Rabban —dijo el Barón.

               El  apergaminado  rostro  de  Hawat  permaneció  impasible,  sin  traicionar  en
           absoluto su disgusto.

               —Sospecho muchas cosas, mi Señor —dijo.
               —Sí. Bien, quiero saber qué relación existe entre Arrakis y tus sospechas sobre
           Salusa Secundus. No es suficiente que me hayas dicho que el Emperador se muestra
           agitado a causa de una cierta relación entre Arrakis y su misterioso planeta prisión.

           Me he apresurado a enviar esa advertencia a Rabban tan sólo porque el correo partía
           con  esa  astronave.  Me  habías  dicho  que  era  algo  urgente.  Muy  bien.  Pero  ahora

           quiero una explicación.
               Habla demasiado, pensó Hawat. El Duque Leto podía decirme algo con sólo un
           gesto de la mano, con un alzar de cejas. Y el Viejo Duque expresaba toda una frase
           con acentuar una sola palabra. ¡Este hombre es un patán! Destruyéndole, prestaré

           un servicio a la humanidad.
               —No te irás de aquí hasta que me hayas dado una explicación completa —dijo el

           Barón.
               —Habláis demasiado a la ligera de Salusa Secundus —dijo Hawat.
               —Es una colonia penal —dijo el Barón—. Las peores heces de la galaxia son

           enviadas a Salusa Secundus. ¿Qué más necesito saber?
               —Las  condiciones  que  reinan  en  el  planeta  prisión  son  más  opresivas  que  en
           cualquier otro lugar —dijo Hawat—. Vos sabéis que la tasa de mortalidad entre los

           nuevos prisioneros es superior al sesenta por ciento. Habéis oído que el Emperador




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