Page 400 - Dune
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practica allí todas las formas de opresión. Y vos, que sabéis todo esto, ¿no os habéis
           hecho nunca ninguna pregunta?
               —El Emperador no permite a las Grandes Casas inspeccionar esa prisión —gruñó

           el Barón—. Por otra parte, él nunca ha inspeccionado tampoco mis calabozos.
               —Y cualquier curiosidad acerca de Salusa Secundus es… ah… —Hawat se llevó
           un huesudo índice a sus labios—… desanimada.

               —¡Porque el Emperador no está orgulloso de algunas de las cosas que se ha visto
           obligado a hacer allí!
               Hawat permitió que la sombra de una sonrisa rozara sus manchados labios. Sus

           ojos brillaron a la luz de los tubos luminosos mientras miraba al Barón.
               —¿Y nunca os habéis preguntado dónde encuentra el Emperador sus Sardaukar?
               El  Barón  apretó  sus  gruesos  labios.  Su  rostro  adoptó  la  expresión  de  un  bebé

           haciendo muecas. Su voz tenía un tono petulante cuando respondió:
               —Bueno… él recluta… quiero decir que el servicio de enrolamiento…

               —¡Ufff! —cortó Hawat—. Las historias que circulan acerca de los Sardaukar son
           simples  rumores,  ¿no?  Son  relatos  de  primera  mano  hechos  por  los  pocos
           sobrevivientes que los han afrontado, ¿no es así?
               —Los Sardaukar son excelentes guerreros, no hay duda de ello —dijo el Barón

           —. Pero pienso que mis propias legiones…
               —¡Un  montón  de  alegres  excursionistas  en  comparación!  —restalló  Hawat—.

           ¿Creéis que no sé por qué motivos el Emperador se ha vuelto contra la Casa de los
           Atreides?
               —¡Este no es un argumento abierto para tus especulaciones! —exclamó el Barón.
               ¿Es  posible  que  ni  siquiera  él  conozca  las  verdaderas  motivaciones  del

           Emperador?, se preguntó Hawat.
               —Cualquier argumento está abierto a mis especulaciones si tiene alguna relación,

           aunque sea mínima, con el encargo que me habéis hecho —dijo Hawat—. Soy un
           Mentat. No se oculta ninguna información o dato a un Mentat.
               Por un largo minuto, el Barón le miró fijamente.
               —Di lo que tengas que decir, Mentat —dijo luego.

               —El  Emperador  Padishah  se  volvió  contra  la  Casa  de  los  Atreides  porque  los
           Maestros de Armas del Duque, Gurney Halleck y Duncan Idaho, habían adiestrado

           una unidad de combate… una pequeña ciudad de combate… que parecía tan buena
           como  los  Sardaukar.  Algunos  de  sus  hombres  eran  incluso  mejores.  Y  el  Duque
           estaba  en  situación  de  aumentar  aquella  unidad,  haciéndola  tan  potente  como  las

           fuerzas del Emperador.
               El Barón sopesó la revelación.
               —¿Cuál es el papel de Arrakis en todo esto? —preguntó luego.

               —El planeta es una fuente de reclutas condicionados y adiestrados para sobrevivir




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