Page 396 - Dune
P. 396
—Bien, ¿qué dices al respecto? —preguntó el Barón.
—¿Qué quieres que diga? Acepto, por supuesto.
Y Feyd-Rautha pensó: ¡Hawat! Juega con los dos extremos desde el centro… ¿es
realmente así? ¿Se ha pasado al campo de mi tío porque yo no le he pedido su
consejo acerca del joven esclavo?
—No has dicho nada respecto a mi encargo de que Hawat te vigile —dijo el
Barón.
Feyd-Rautha traicionó su ira a través de la dilatación de las aletas de su nariz. El
nombre de Hawat había sido durante muchos años una señal de peligro para la
familia de los Harkonnen… y ahora tenía otro significado, pero siempre mortal.
—Hawat es un juguete peligroso —dijo Feyd-Rautha.
—¡Juguete! No seas estúpido. Sé lo que hay en Hawat y cómo controlarlo. Hawat
está sujeto a profundas emociones, Feyd. Es al hombre sin emociones al que debemos
temer. Pero las emociones… ah, aquél que tiene emociones estará siempre doblado
bajo nuestros deseos.
—Tío, no te comprendo.
—Sí, esto es evidente.
Sólo un parpadeo traicionó la oleada de resentimiento que pasó a través de Feyd-
Rautha.
—Y tú no comprendes a Hawat —dijo el Barón.
¡Y tú tampoco!, pensó Feyd-Rautha.
—¿Contra quién dirige Hawat su odio por sus presentes circunstancias? —
preguntó el Barón—. ¿Contra mí? Por supuesto. Pero era un instrumento de los
Atreides y me ha tenido frente a él durante muchos años, hasta que el Imperio se ha
puesto a mi lado. Es así como él ve las cosas. Su odio por mí es ahora algo casual.
Cree poder vencerme en cualquier momento. Y creyendo esto, el vencido es él.
Porque ahora dirige su atención hacia donde yo quiero… hacia el Imperio.
La repentina comprensión formó finas arrugas en la frente de Feyd-Rautha.
Frunció los labios.
—¿Contra el Emperador?
Dejemos que mi querido sobrino saboree esto, pensó el Barón. Dejemos que se
diga a sí mismo: «¡El Emperador Feyd-Rautha Harkonnen!». Dejemos que se
pregunte cuánto puede valer todo esto… ¡Seguramente pensará que la vida de un
viejo tío capaz de realizar un tal sueño!
Lentamente, Feyd-Rautha se pasó la lengua por los labios.
¿Era posible que aquel viejo idiota dijera la verdad? Había allí mucho más de lo
que parecía a simple vista.
—¿Y cuál es la parte de Hawat en todo esto? —preguntó Feyd-Rautha.
—Cree utilizarnos como instrumentos de su venganza contra el Emperador.
www.lectulandia.com - Página 396