Page 444 - Dune
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podían obtener alimentos de otros planetas, y había una sutil implicación de castas
           entre ellos según el tono y la intensidad de los ojos. Cuando un hombre se convertía
           en demasiado parecido a los indígenas se decía de él que había tomado «un toque de

           especia». Y había siempre un cierto desprecio en esta expresión.
               —Durante un tiempo no cabalgamos al hacedor a la claridad del día por estas
           latitudes  —dijo  Paul—.  Pero  Rabban  ya  no  dispone  de  un  número  suficiente  de

           aparatos para cubrir incluso la más pequeña extensión de arena. —Miró a Gurney—.
           Tus vehículos nos han pillado por sorpresa.
               Nos… nos… Gurney agitó la cabeza para apartar aquellos pensamientos.

               —No  os  hemos  sorprendido  más  de  lo  que  vosotros  nos  habéis  sorprendido  a
           nosotros —dijo.
               —¿Qué es lo que se dice de Rabban en los sink y en los poblados? —preguntó

           Paul.
               —Se habla de que han fortificado los poblados del graben hasta tal punto que no

           conseguiréis nada contra ellos. Dicen que sólo necesitan sentarse tranquilamente tras
           sus defensas y dejar que vosotros os agotéis en fútiles ataques.
               —En otras palabras —dijo Paul—, se han inmovilizado.
               —Mientras que vosotros podéis ir a donde os plazca —dijo Gurney.

               —Es una táctica que he aprendido de ti —dijo Paul—. Han perdido la iniciativa,
           y esto quiere decir que han perdido la guerra.

               Gurney sonrió con una sonrisa de complicidad.
               —Nuestro enemigo se encuentra exactamente donde yo quiero que esté —dijo
           Paul. Miró a Gurney—. Bien, Gurney, ¿quieres enrolarte conmigo para el final de
           esta campaña?

               —¿Enrolarme? —Gurney le miró sorprendido—. Mi Señor, nunca he dejado tu
           servicio. Eres todo lo que me queda… y pensar que te consideraba muerto. Estaba

           solo, y he sobrevivido como he podido únicamente esperando inmolar mi vida por la
           única causa válida que me quedaba… la muerte de Rabban.
               Un embarazado silencio flotó sobre Paul.
               Una mujer apareció entre las rocas, por encima de ellos, con sus ojos, entre la

           capucha  del  destiltraje  y  la  máscara,  mirando  alternativamente  a  Paul  y  a  su
           compañero. Se detuvo frente a Paul. Gurney notó su aire posesivo, la forma en que

           miraba a Paul.
               —Chani —dijo Paul—, este es Gurney Halleck. Me has oído hablar de él.
               —Te he oído hablar.

               —¿Dónde han ido los hombres con el hacedor? —preguntó Paul.
               —Lo han cabalgado para distraerlo y darles tiempo a salvar la máquina.
               —Bien, entonces… —Paul se interrumpió y husmeó el aire.

               —El viento se acerca —dijo Chani.




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