Page 446 - Dune
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Dos encapuchados Fremen emergieron de una abertura entre las rocas bajo ellos,
           escalando los riscos. Uno de ellos acarreaba un grueso bulto sobre el hombro.
               —¿Dónde están ahora mis hombres? —preguntó Gurney.

               —Seguros entre las rocas, debajo de nosotros —dijo Paul—.
               Tenemos  una  caverna  aquí…  la  Caverna  de  los  Pájaros.  Decidiremos  qué
           hacemos con ellos después de la tormenta.

               —¡Muad’Dib! —llamó una voz desde abajo.
               Paul se volvió al grito, viendo a un guardia Fremen haciéndole señales desde la
           embocadura de la caverna. Respondió a su gesto.

               Gurney le observó con una nueva expresión.
               —¿Tú eres Muad’Dib? —preguntó—. ¿Tú eres el azote de la arena?
               —Es mi nombre Fremen —dijo Paul.

               Gurney desvió su mirada, invadido por un opresivo presentimiento. La mitad de
           sus hombres yacían muertos en la arena, los otros estaban cautivos. No le importaban

           los nuevos reclutas, pero entre los otros había hombres de valía, amigos, gente de la
           que era responsable. «Decidiremos qué hacemos con ellos después de la tormenta».
           Esto era lo que había dicho Paul, lo que había dicho Muad’Dib. Y Gurney recordó las
           historias  que  se  contaban  acerca  de  Muad’Dib,  el  Lisan  al-Gaib…  cómo  había

           despellejado a un oficial Harkonnen para hacer el cuero de sus tambores, cómo se
           había rodeado de los comandos de la muerte, de los Fedaykin que se precipitaban a la

           lucha con himnos de muerte en sus labios.
               Él.
               Los dos hombres que escalaban los riscos saltaron silenciosamente a un saliente
           rocoso y se inmovilizaron frente a Paul.

               —Todo  a  resguardo,  Muad’Dib  —dijo  uno  de  ellos,  de  rostro  oscuro—.  Será
           mejor ir abajo.

               —De acuerdo.
               Gurney  notó  el  tono  de  voz  del  hombre…  mitad  orden,  mitad  súplica.  Era  el
           hombre llamado Stilgar, otra figura en las nuevas leyendas Fremen.
               Paul observó el bulto que llevaba el otro hombre.

               —Korba, ¿qué es eso? —preguntó.
               —Estaba en el tractor —respondió Stilgar—. Lleva las iniciales de este amigo

           tuyo y contiene un baliset. Te he oído hablar tantas veces de lo bien que toca Gurney
           Halleck el baliset…
               Gurney estudió al Fremen, viendo la punta de su negra barba surgiendo del borde

           de la máscara, la mirada de halcón, la afilada nariz.
               —Tienes un compañero que piensa, mi Señor —dijo Gurney—. Gracias, Stilgar.
               Stilgar indicó a su compañero que pasara el bulto a Gurney.

               —Da las gracias a tu Señor Duque —dijo—. Su favor te ha ganado la admisión




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