Page 482 - Dune
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—¿Las  gentes  de  la  ciudad?  —preguntó  al  cabo  de  un  momento—.  ¿Están
           también en posición?
               —Sí —murmuró Stilgar.

               Paul le miró.
               —¿Qué es lo que se te está comiendo?
               —Nunca he confiado completamente en los hombres de la ciudad —dijo Stilgar.

               —Yo también fui en mi tiempo un hombre de la ciudad —dijo Paul.
               Stilgar se envaró. La sangre fluyó a su rostro.
               —Muad’Dib sabe que yo no quería decir…

               —Sé lo que querías decir, Stil. Pero aquí no se trata de lo que tú crees acerca de
           un hombre, sino de lo que hace realmente este hombre. Esa gente de la ciudad tiene
           sangre Fremen. Sólo que aún no ha aprendido a romper sus cadenas. Somos nosotros

           quienes tenemos que enseñárselo.
               Stilgar asintió.

               —Nuestra  vida  nos  ha  acostumbrado  a  pensar  así,  Muad’Dib  —dijo  con  voz
           grave—. En la Llanura Funeral es donde hemos aprendido a despreciar a los hombres
           de las comunidades.
               Paul miró a Gurney, y observó que éste estaba estudiando a Stilgar.

               —Gurney, explícale por qué la gente de la ciudad ha sido arrojada de sus casas
           por los Sardaukar.

               —Un  viejo  truco,  mi  Duque.  Han  pensado  que  llenarnos  de  refugiados  nos
           acarrearía problemas.
               —Las  últimas  guerrillas  están  tan  lejos  en  el  tiempo  que  los  poderosos  han
           olvidado por completo cómo combatirlas —dijo Paul—. Los Sardaukar han seguido

           nuestro juego. Han tomado algunas mujeres de la ciudad para divertirse con ellas, y
           han decorado sus estandartes de batalla con las cabezas de los hombres que se han

           opuesto. Así han desencadenado un odio febril en gente que de otro modo hubiera
           considerado  la  inminente  batalla  tan  sólo  como  un  gran  inconveniente…  y  la
           posibilidad de cambiar un dueño por otro. Los Sardaukar han reclutado para nosotros,
           Stil.

               —La gente de la ciudad parece ansiosa por combatir —dijo Stilgar.
               —Y su odio es fresco y limpio —dijo Paul—. Es por eso que la usaremos como

           tropas de asalto.
               —Sus pérdidas serán tremendas —dijo Gurney.
               Stilgar asintió con la cabeza.

               —Conocen los riesgos —dijo Paul—. Saben que cada Sardaukar que maten será
           uno menos para nosotros. ¿Comprendéis? Ahora tienen una razón por la cual morir.
           Han descubierto que forman un pueblo. Están despertando.

               Una sofocada exclamación llegó procedente del hombre que estaba al telescopio.




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