Page 479 - Dune
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disposición, hoy… y sabemos que se está acercando una tormenta.
               Apuntó el telescopio hacia el lado opuesto del campo de aterrizaje de Arrakeen,
           donde  estaban  alineadas  las  fragatas  de  los  Harkonnen,  con  una  bandera  de  la

           Compañía CHOAM flotando lentamente bajo ella, empujada por una suave brisa. Y
           pensó que únicamente la desesperación había obligado a la Cofradía a permitir que
           aquellos dos grupos aterrizaran, mientras los demás eran mantenidos en reserva. La

           Cofradía se comportaba como un hombre tanteando la arena con la punta de su pie
           para verificar su temperatura antes de plantar una tienda.
               —¿Hay  alguna  otra  cosa  que  ver?  —preguntó  Gurney—.  Tendríamos  que

           ponernos a cubierto. La tormenta está llegando.
               Paul observó de nuevo la gigantesca estructura.
               —Han traído incluso a sus mujeres —dijo—. Y lacayos y servidores. Ahhh, mi

           querido Emperador, qué confiado eres.
               —Hay  hombres  acercándose  por  el  pasaje  secreto  —dijo  Stilgar—.  Deben  ser

           Otheym y Korba que regresan.
               —De acuerdo, Stil —dijo Paul—. Volvamos.
               Pero  lanzó  una  última  ojeada  a  través  del  telescopio  a  la  enorme  planicie  con
           todas sus naves, la gigantesca estructura metálica, la silenciosa ciudad, las fragatas de

           los  mercenarios  Harkonnen.  Luego  retrocedió  por  la  escarpadura  rocosa.  Un
           Fedaykin le sustituyó al telescopio.

               Paul fue a salir a una pequeña depresión en la superficie de la Muralla Escudo.
           Era un lugar de unos treinta metros de diámetro y unos tres metros de profundidad,
           una  formación  natural  de  la  roca  que  los  Fremen  habían  disimulado  bajo  una
           cobertura  de  camuflaje  translúcida.  El  equipo  de  comunicaciones  estaba  agrupado

           alrededor de una cavidad en la pared de la derecha. Los Fedaykin, esparcidos por los
           alrededores, aguardaban la orden de ataque de Muad’Dib.

               Dos  hombres  emergieron  de  la  cavidad  junto  al  equipo  de  comunicaciones  y
           hablaron con los guardias que estaban allí.
               Paul miró a Stilgar y señaló con la cabeza en dirección a los dos hombres.
               —Trae su informe, Stil.

               Stilgar obedeció.
               Paul  se  acurrucó,  la  espalda  contra  la  roca,  tensando  sus  músculos,  y  volvió  a

           levantarse. Vio a Stilgar que despedía a los dos hombres, que desaparecieron en la
           negra cavidad en la roca, para descender a lo largo del estrecho túnel excavado por
           manos humanas hasta abajo, hasta el suelo de la depresión.

               Stilgar se acercó a Paul.
               —¿Qué era tan importante que no han podido enviar un ciélago con el mensaje?
           —preguntó Paul.

               —Guardan sus pájaros para la batalla —dijo Stilgar. Lanzó una ojeada al equipo




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