Page 475 - Dune
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ninguna paz.
               —¿Qué ha ocurrido? —preguntó Chani.
               Jessica agitó la cabeza.

               —Hay en cada uno de nosotros —dijo Paul— una antigua fuerza que toma, y una
           antigua fuerza que da. Ya le es muy difícil a un hombre afrontar aquel lugar dentro de
           sí mismo donde reina la fuerza que toma, pero le es casi imposible contemplar la

           fuerza  que  da  sin  transformarse  en  algo  distinto  a  un  hombre.  Para  una  mujer,  la
           situación es exactamente a la inversa.
               Jessica alzó los ojos, viendo a Chani que la observaba a ella mientras escuchaba a

           Paul.
               —¿Me comprendes, madre? —preguntó Paul.
               Ella pudo tan sólo asentir con la cabeza.

               —Estas  cosas  dentro  de  nosotros  son  tan  antiguas  —dijo  Paul—  que  están
           difundidas  por  todas  las  células  de  nuestros  cuerpos.  Somos  modelados  por  estas

           fuerzas. Uno puede decirse a sí mismo:
               «Sí, comprendo como puede ser esta cosa». Pero cuando uno mira dentro de sí
           mismo  y  debe  afrontar  las  fuerzas  primordiales  de  nuestra  existencia,  entonces  es
           cuando  ve  el  peligro.  El  mayor  peligro  del  que  da,  es  la  fuerza  del  que  toma.  El

           mayor  peligro  del  que  toma,  es  la  fuerza  que  da.  Es  tan  fácil  ser  arrollado  por  la
           fuerza que da, como por la que toma.

               —Y tú, hijo mío —preguntó Jessica—, ¿eres uno de los que da o uno de los que
           toma?
               —Soy exactamente el fulcro. No puedo dar sin tomar y no puedo tomar sin… —
           se interrumpió, mirando hacia la pared a su derecha.

               Chani sintió un soplo de aire rozarle su mejilla, y se volvió para ver cerrarse los
           cortinajes.

               —Era Otehym —dijo Paul—. Estaba escuchando.
               Aceptando aquellas palabras, Chani se sintió tocada por algo de la presciencia que
           había  en  Paul,  y  supo  algo  que  aún  no  había  ocurrido  como  si  fuera  un
           acontecimiento  del  pasado.  Otheym  hablaría  de  cuanto  había  visto  y  oído.  Otros

           difundirían la historia, hasta que se esparciría como una mar de llamas por todo el
           planeta. Paul-Muad’Dib no es como los demás hombres, dirían. Ya no hay la menor

           duda. Es un hombre, y sin embargo puede ver a través del Agua de vida como una
           Reverenda Madre. Es realmente el Lisan al-Gaib.
               —Tú  has  visto  el  futuro,  Paul  —dijo  Jessica—.  ¿Puedes  decirnos  lo  que  has

           visto?
               —No el futuro —dijo él—. He visto el Ahora. —Se obligó a sentarse, rechazando
           la ayuda de Chani que avanzaba hacia él—. El espacio por encima de Arrakis está

           repleto de naves de la Cofradía.




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