Page 473 - Dune
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Los ojos de Paul se abrieron. Miró a Chani.
—No es necesario que transforme el Agua —dijo. Su voz era débil pero firme.
Jessica, al mismo tiempo que notaba el contacto del líquido en su lengua, sintió
que su cuerpo reaccionaba, convirtiendo el veneno casi automáticamente. Con la
sensibilidad acrecentada que suscitaba la ceremonia, percibió el flujo vital que
emanaba de Paul… una radiación que registraron todos sus sentidos.
En aquel instante, supo.
—¡Has bebido el agua sagrada! —balbuceó.
—Una gota —dijo Paul—. Muy poco… una gota.
—¿Cómo has podido cometer una locura así? —preguntó ella.
—Es tu hijo —dijo Chani.
Jessica la fulminó con la mirada.
Una extraña sonrisa, mezcla de ternura y comprensión, apareció en los labios de
Paul.
—Escucha a mi amada —dijo—. Escúchala, madre. Ella sabe.
—Aquello que los otros pueden hacer, ha de hacerlo también él —dijo Chani.
—Cuando he tenido esta gota en mi boca —dijo Paul—, cuando la he sentido y
gustado, cuando he sabido el efecto que causaba en mí, entonces he comprendido que
hubiera podido hacer aquello mismo que tú has hecho, madre. Vuestros instructores
Bene Gesserit hablan del Kwisatz Haderach, pero ni siquiera pueden imaginar en
cuántos lugares he estado. En los pocos minutos que… —se interrumpió, mirando a
Chani con un perplejo fruncimiento de cejas—. ¿Chani? ¿Cómo estás aquí? Se
supone que tendrías que estar… ¿Por qué estás aquí?
Intentó levantarse sobre sus codos. Chani le empujó suavemente para que se
volviera a tender.
—Por favor, Usul —dijo.
—Me siento tan débil —dijo él. Su mirada recorrió la estancia—. ¿Cuánto tiempo
hace que estoy aquí?
—Has permanecido durante tres semanas en un coma tan profundo que la chispa
de la vida parecía haberse extinguido en ti —dijo Jessica.
—Pero era… La tomé hace apenas un instante y…
—Un instante para ti, tres semanas de angustia para mí —dijo Jessica.
—Era tan sólo una gota, pero la transformé —dijo Paul—. Transformé el Agua de
Vida —y antes de que Chani o Jessica pudieran detenerle, hundió una mano en el
bocal que había dejado en el suelo a su lado, y se la llevó chorreante a la boca,
bebiendo el líquido recogido en su palma formando cuenco.
—¡Paul! —gritó Jessica.
Él le aferró una mano, volvió hacia ella un rostro deformado por un rictus mortal,
y la embistió con toda su percepción.
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