Page 470 - Dune
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Chani se arrojó de rodillas.
—¿Veneno? ¿Acaso está sufriendo? Quizá yo…
—Está inconsciente —dijo Jessica—. Sus procesos vitales son tan lentos que
solamente pueden ser detectados con las técnicas más refinadas. Tiemblo al pensar en
lo que hubiera ocurrido si yo no hubiera estado aquí para descubrirlo. Para alguien no
adiestrado parece muerto.
—Hay otras razones aparte de mi condición para que me hicieras llamar —dijo
Chani—. Te conozco, Reverenda Madre. ¿Qué es lo que crees que yo puedo hacer y
tú no?
Es valiente, encantadora y, ahhh, tan perspicaz, pensó Jessica. Hubiera podido
ser una excelente Bene Gesserit.
—Chani —dijo Jessica—, te parecerá difícil de creer, pero no sé exactamente los
motivos por los que te he llamado. Ha sido un instinto… una intuición. El
pensamiento me ha venido en una forma clara: «Llama a Chani».
Por primera vez, Chani vio tristeza en la expresión de Jessica, un dolor no velado
modificando aquella mirada introvertida.
—He hecho todo lo que podía, todo lo que sabía —dijo Jessica—. Todo… y ni
siquiera puedes imaginar lo lejos que está este todo de lo que significa usualmente
esta palabra. Sin embargo… he fracasado.
—Halleck, el viejo amigo —preguntó Chani—, ¿es posible que sea el traidor?
—Gurney no —dijo Jessica.
Aquellas dos palabras eran como toda una conversación, y Chani percibió como
el eco de largas búsquedas; de pruebas… el recuerdo de antiguos fracasos que se
ocultaban tras aquella concisa negación.
Chani se levantó, alisando las arrugas de sus ropas manchadas por el desierto.
—Llévame hasta él —dijo.
Jessica se alzó a su vez, dirigiéndose hacia los cortinajes que ocultaban la pared
izquierda.
Chani la siguió, penetrando en algo que debía haber sido antes un almacén, cuyas
paredes rocosas estaban cubiertas ahora por pesados tapices. Paul yacía sobre un
lecho de campaña, junto a la pared opuesta. Un único globo suspendido sobre él
iluminaba su rostro. Una manta negra le cubría hasta el pecho, dejando al descubierto
sus brazos apoyados a lo largo de su cuerpo. Debajo parecía estar desnudo. La piel
descubierta era como cera, rígida. No se apreciaba en él el menor movimiento.
Chani controló su deseo de precipitarse hacia él, de abrazar convulsivamente
aquel cuerpo. Sus pensamientos, en cambio, corrieron hacia su hijo… Leto. Y en
aquel instante se dio cuenta de que Jessica había vivido ya en otra ocasión una prueba
como aquella… con su compañero amenazado de muerte y forzando a su mente a no
pensar más que en la salvación de su joven hijo. Aquella revelación creó un fuerte
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