Page 466 - Dune
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—Muad’Dib —dijo—, los jefes están empezando a llegar para el Consejo.
—¿Tan pronto?
—Son aquellos a los que convocó Stilgar primero, cuando se creía que… —se
alzó de hombros.
—Entiendo —Paul dirigió una ultima mirada hacia el lugar de donde se filtraban
los acordes del baliset, pensando en aquella antigua canción favorita de su madre, una
extraña mezcla de alegre música y tristes palabras—. Stilgar llegará dentro de poco
con los demás. Guíalos hasta mi madre.
—Aguardaré aquí, Muad’Dib —dijo el correo.
—Sí… sí, de acuerdo.
Paul pasó a su lado, dirigiéndose hacia las profundidades de la caverna, hacia
aquel lugar que estaba presente en todas las cavernas… un lugar cercano al estanque
de agua. Allí había un pequeño Shai-Hulud, una criatura de no más de nueve metros
de largo, atrapado e imposibilitado de crecer por los conductos de agua que lo
rodeaban por todas partes. El hacedor, después de haber emergido de su vector de
pequeño hacedor, evitaba el agua como si se tratara de un veneno. Y el proceso de
ahogar a un hacedor era el mayor secreto de los Fremen, puesto que la unión del agua
y del hacedor producía el Agua de Vida, aquel veneno que tan sólo una Reverenda
Madre podía transformar.
Paul había tomado la decisión en el instante en que había hecho frente a la tensión
del peligro por el que había pasado su madre. Ninguna línea de los futuros que había
visto nunca señalaba aquel momento de peligro proveniente de Gurney Halleck. El
futuro, aquel futuro cargado de nubes, en el cual todo el universo se precipitaba en
aquel bullente nexo, era como un mundo fantasmagórico a su alrededor.
Debo verlo, pensó.
Su organismo había adquirido lentamente una cierta tolerancia a la especia que
había hecho sus visiones prescientes cada vez más raras… cada vez más confusas. La
solución aparecía obvia ante él.
Ahogaré al hacedor. Así veremos si soy el Kwisatz Haderach que puede
sobrevivir a la prueba de la que sobreviven las Reverendas Madres.
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