Page 461 - Dune
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escena.
—Quédate donde estás, mi Señor —dijo Gurney.
—Pero… —Paul agitó su cabeza.
Jessica intentó hablar, pero el brazo apretó la presa en torno a su cuello.
—Hablarás cuando yo lo permita, bruja —dijo Gurney—. Sólo quiero que tu hijo
sepa una cosa de ti, y estoy preparado para hundirte este cuchillo en el corazón al
mínimo gesto o intento contra mí. Tu voz debe ser átona. No te muevas, no tenses los
músculos. Actuarás con la máxima prudencia si quieres ganarte estos pocos instantes
de vida. Te aseguro que es todo lo que te queda.
Paul dio un paso hacia adelante.
—Gurney, amigo, ¿qué…?
—¡Quédate donde estás! —gritó Gurney—. Un paso más y ella muere.
La mano de Paul se deslizó hacia la empuñadura de su cuchillo. Habló con una
calma mortal.
—Harás bien en explicarte, Gurney.
—He jurado matar a la mujer que traicionó a tu padre —dijo Gurney—. ¿Crees
que puedo olvidar al hombre que me salvó del pozo de esclavos de los Harkonnen, el
hombre que me concedió la libertad, la vida, el honor… que me ofreció su amistad,
algo que valoro por encima de cualquier otra cosa? Tengo a quien le traicionó bajo mi
cuchillo. Nadie podrá impedir que…
—No podrías cometer mayor error, Gurney —dijo Paul.
Y Jessica pensó: ¡Así que es eso! ¡Qué ironía!
—¿Un error? —dijo Gurney—. Escuchemos entonces qué puede decirnos esta
mujer. Y recuerda que he corrompido, espiado y engañado para confirmar esta
acusación. He ofrecido incluso semuta a un capitán de la guardia de los Harkonnen
para escuchar toda la historia.
Jessica sintió que el brazo que apretaba su garganta relajaba ligeramente su presa,
pero antes de que pudiera hablar fue Paul quien dijo:
—El traidor fue Yueh. Eso es lo que te digo, Gurney. Las pruebas son completas,
irrefutables. Fue Yueh. No me interesa saber cómo llegaste a tus sospechas, pero si le
haces algún daño a mi madre… —blandió su crys, apuntando su hoja hacia él—…
tendré tu sangre.
—Yueh era un médico condicionado para servir a las casas reales —gruño
Gurney—. No podía volverse un traidor.
—Conozco un medio para anular este condicionamiento —dijo Paul.
—Las pruebas —insistió Gurney.
—Las pruebas no están aquí —dijo Paul—. Están en el Sietch Tabr, lejos de aquí,
pero si…
—Es un truco —gruñó Gurney, y su brazo se apretó en torno al cuello de Jessica.
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