Page 9 - Escritos sobre ocultismo y masonería
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entranha-se»; en parte apoyándose en el propio slogan, la dirección de Salud
de Portugal prohibió la representación de la bebida por considerarla tóxica.
El único libro de poesías en portugués que Pessoa publicó en vida fue
Mensagem, en 1934. Se trata de un poema esotérico y mistico sobre la
historia de Portugal que gana el premio de la segunda categoría del
Secretariado de Propaganda Nacional.
A pesar de que, evidentemente, no tenía prisa por publicar, realizó a lo
largo de su existencia un minucioso trabajo de archivo de su obra. Luego de
su muerte, en el interior del baúl en el que guardaba sus textos, fueron
encontrados cerca de veinticinco mil manuscritos (poemas, obras teatrales,
prosa, crítica literaria, textos políticos, horóscopos, etcétera) que hoy se
encuentran en la Biblioteca Nacional de Lisboa.
El interés de Pessoa por la astrología y las logias secretas comenzó a
partir de la impresión que causó en él el suicidio de Mario de Sá-Carneiro en
París. Este hecho lo llevó a buscar respuestas en las ciencias ocultas. Se
entusiasmó con las sociedades secretas de los masones, los rosacruces y los
templarios. Conoció el espiritismo, la cábala y la magia. Tradujo al
portugués muchos libros de la Colección Teosófica y Esotérica. Bajo la
influencia del ocultismo escribió O último sortilégio y Além-Deus.
Pessoa, geminiano con ascendiente en escorpio, era conocedor y
practicante de la astrología, tenía la costumbre de hacer consultas
astrológicas para sí mismo; realizó más de mil horóscopos y cartas astrales.
Inclusive, cierta vez, leyendo una publicación inglesa del famoso ocultista
Aleister Crowley, el portugués encontró errores en el horóscopo y escribió al
astrólogo para corregirlo; este hecho cautivó a Crowley, quien llegó a ir a
Portugal junto a la maga alemana Miss Jaeger para conocer al poeta
personalmente. Luego del mencionado encuentro, los tres sostuvieron
correspondencia durante algún tiempo.
En una carta enviada a su tía Anica, Pessoa relató sus vivencias
espirituales e hizo referencia a experiencias como la escritura automática y
la percepción de su propia «aura magnética», a la que el escritor conseguía
reconocer no sólo en él sino en casi cualquier persona. Estas visiones, al
contrario de incomodarlo, le despertaban curiosidad. Estaba convencido de
que su iniciación hacia sentidos superiores era guiada por un maestro
desconocido.