Page 15 - Alejandro Casona
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cualquier caso considérense como amigos.
BALBOA.
Honradísimo.
ISABEL.
Gracias, señor. (El señor Balboa toma asiento junto a Isabel. Pequeña
pausa. En la segunda izquierda aparece un momento el Pastor
Noruego.)
DICHOS y PASTOR
PASTOR.
Un momento, compañera ¿basta cantar o tengo que llevar también el
acordeón?
HELENA.—(Impaciente ante la imprudencia.)
No me parece momento oportuno para pedir instrucciones. ¡Espere
ahí dentro!
PASTOR.
Perdón. (Sale. La Secretaria sonríe un poco tontamente sin saber
cómo explicar la extraña aparición.)
HELENA.
Otro amigo... (Toma de la mesa el sombrero de copa para llevárselo.
Del sombrero sale un conejo blanco. Ella se apresura a esconderlo,
nerviosa.) Disculpen... ¡estos empleados!... (Sale con el sombrero por
segunda izquierda. Isabel y el señor Balboa, a quienes ha sorprendido
tanto el noruego como el conejo, se miran desconcertados. Después
contemplan inquietos el lugar. La Mecanógrafa termina de anotar y
devuelve la tarjeta.)
MECANÓGRAFA.
Nada más, señor; muchas gracias. (Coloca en el clasificador la ficha
que acaba de extender. Suena el teléfono; atiende mecánicamente.)
Diga. Sí, yo misma. ¿Cómo? ¡Pero no! Ese asunto de los niños
secuestrados quedó archivado definitivamente. Resultado negativo.
Ah, eso ya es otra cosa. Espere, creo que tengo aquí a mano los
datos. (Sin soltar el auricular busca en un indicador, repitiendo.)
Fumadero de opio... Fumadero de opio... Fumadero... (La Secretaria
ha aparecido a tiempo de sorprender la nueva imprudencia. Avanza
rápida.)
HELENA.