Page 17 - Alejandro Casona
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ISABEL.
                  Es lo que yo me estoy preguntando desde que llegué.

                  BALBOA.
                  Y ese fumadero de opio... y esos niños secuestrados... ¡No irá a
                  decirme que todo esto es natural!

                  ISABEL.
                  Quién sabe. A veces unas palabras sueltas pueden prestarse a
                  confusiones.

                  BALBOA.
                  De acuerdo. Pero... ¿es natural criar conejos en un sombrero de
                  copa?

                  ISABEL.
                  Eso sería lo de menos. Para mí lo más sospechoso es lo otro; lo del
                  pescador.

                  BALBOA.
                  ¿Por qué?

                  ISABEL.
                  Porque ese pescador noruego que acaba de salir, cuando entró no era
                  noruego ni pescador. Era un pastor protestante.

                  BALBOA.—(Se levanta sobresaltado.)
                  ¡Demonio! ¿Quién le ha dicho eso?

                  ISABEL.
                  Yo lo vi, en un banco del parque: un pastor protestante discutiendo
                  con una inglesa pelirroja. Es decir... a menos que la señora estuviera
                  disfrazada también.

                  BALBOA.
                  Pero entonces no hay duda.  ¡Hemos caído en una trampa!  (Se oye
                  dentro un golpe de acordeón.)

                  ISABEL.
                  Silencio. Ahí viene. (Balboa se sienta rápidamente disimulando. Cruza
                  el Pastor, que ha completado su  estampa nórdica de lobo de mar;
                  viene terminando de sujetarse el acordeón en bandolera. Se detiene
                  mirando compasivamente a uno y otra.)



                                              ISABEL, BALBOA y el PASTOR
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