Page 74 - Cartas a Jóvenes Enamorados (1987)
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                    Qué diferencia entre el caso de José y el de los jóvenes que
               aparentemente entran en forma voluntaria en el terreno del enemigo,
        [69]   exponiéndose a los fieros asaltos de Satanás.
                    Fue el Señor quien prosperó a José, pero en medio de la prospe-
               ridad vino la adversidad más oscura. La esposa de su amo era una
               mujer licenciosa, que trató de empujar sus pasos hacia el infierno.

               ¿Mancillaría José su carácter moral de oro ante las seducciones de
               una mujer corrupta? ¿Recordaría que el ojo de Dios estaba sobre
               él?
                    Hay pocas tentaciones más peligrosas y fatales para los jóvenes
               que la tentación a la sensualidad, y ninguna, si se cede a ella,

               probará ser tan definidamente ruinosa para el alma y el cuerpo,
               para este tiempo y la eternidad El bienestar de todo el futuro de José
               depende de la decisión de un momento. Calmosamente José levanta
               sus ojos al cielo en demanda de ayuda; se desprende de su manto
               exterior dejándolo en las manos de su tentadora, y mientras sus
               ojos brillan con la expresión de una resolución firme en vez de una

               pasión impía, exclama: “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y
               pecaría contra Dios?” Obtuvo la victoria; huyó de la hechicera y
               se salvó.
                    Tuviste la oportunidad de mostrar si tu religión era una realidad
               práctica. Te tomaste libertades a la vista de Dios y de los santos

               ángeles que no te hubieras permitido bajo la observación de tus
               prójimos. La verdadera religión abarca todos los pensamientos de
               la mente, penetra hasta las intenciones secretas del corazón y los
               motivos de las acciones; el objeto y la dirección de los afectos y
               todo el marco de referencia de nuestras vidas.
                    “Tú, Dios, me ves”, será el santo y seña, la guardia de la vida.

               Tú puedes aceptar estas lecciones. Tienes necesidad de aprender.
               Dios te ayude.


                                                                          Ellen G. White
        [70]
               Carta 3
               Hornellsville, New York
               Apreciado Guillermo,
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