Page 173 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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que los usurpadores consiguen  mantenerle alejado del po­
       der,  Layo  se ve obligado al  exilio. Ya ha alcanzado la edad
       adulta cuando  encuentra  refugio en  Corinto,  junto al rey
       Pélope, que le ofrece una generosa hospitalidad.



       GENERACIONES  COJAS


           Llegamos a un episodio cuyas consecuencias serán im­
       portantes.  Layo  se  enamora de Crisipo,  un bellísimo  mu­
       chacho  que es hijo de Pélope.  Lo corteja intensamente,  lo
       pasea  en  su  carro,  se  comporta  como  un  hombre  adulto
       respecto a otro más joven, le enseña a ser un hombre, pero
       al mismo tiempo intenta tener con él  una relación erótica
       que el hijo  del  rey rechaza.  Parece  incluso  que  Layo se ha
       obstinado en conseguir por la fuerza lo que la seducción y
       el  mérito  no  habían  llegado  a  darle.  Se  cuenta  también
       que Crisipo, indignado y escandalizado, se suicida.  El caso
       es  que  Pélope  dirige  contra  Layo  una  solemne  maldición
       en  la  que  pide  que  el  linaje de  los  Labdácidas  no  consiga
       perpetuarse, que sea abocado a la aniquilación.
           El nombre de Lábdaco significa «el cojo», y el nombre
       de Layo  no es demasiado claro;  puede querer decir que es
       un  caudillo  popular,  o  que  es  un  hombre  «torpe».  Cabe
       observar,  en  efecto,  que  Layo  estropea  todas  sus  relacio­
       nes,  a todos los  niveles.  Por  una parte,  desde el  punto  de
       vista de la sucesión,  que a  través de su  padre Lábdaco,  su
       abuelo Polidoro y su bisabuelo Cadmo, debería llevarle di­
       rectamente  y  establecerle  en  el  trono  de  Tebas.  Ahora
       bien,  Layo  ha sido apartado,  soslayado y alejado  de él:  la
       sucesión,  por tanto,  ha sido  desviada.  Layo  presenta  tam­
       bién otra desviación, ya que, a la edad en que podría pen­
       sar en  casarse,  se  inclina  hacia  un  muchacho.  Pero,  sobre
       todo,  desvía el juego amoroso pretendiendo  imponer  con

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