Page 174 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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la violencia lo que Crisipo no está dispuesto a ofrecerle
espontáneamente, no existe ninguna reciprocidad entre
ellos, no hay intercambio amoroso. El impulso erótico,
unilateral, está bloqueado. Además, Layo es el huésped de
Pélope, y esta relación de hospitalidad supone una recipro
cidad de amistad, de regalos y de contrarregalos. Lejos de
corresponder a quien lo ha acogido, Layo intenta poseer a
su hijo en contra de su voluntad y provoca su suicidio.
Lico, que ejercía el poder, ha sido sustituido por An
fión y Zeto: también éstos mueren. Layo regresa a Tebas y
los tebanos están muy contentos de acogerlo, así como de
confiar de nuevo el reino a una persona que les parece
digna de ocuparlo.
Layo se casa con Yocasta. También ella, en muy am
plia medida, está relacionada familiarmente con Equión.
Es la biznieta de aquel que, como Ctonio, representa la
herencia nocturna y sombría. La boda de Layo y Yocasta
es estéril. Layo se dirige a consultar al oráculo de Delfos
para saber lo que debe hacer para tener descendencia, a
fin de que el camino de la soberanía siga finalmente una
línea recta. El oráculo le contesta: «Si tienes un hijo, te
matará y se acostará con su madre.» Layo regresa a Tebas
asustado. Tiene con su mujer unas relaciones tales que
está seguro de que no tendrá ningún hijo, no quedará em
barazada. La historia cuenta que un día que Layo está bo
rracho se decide a plantar en el campo de su mujer, para
hablar igual que los griegos, una semilla que germinará.
Yocasta da a luz a un niño. Los esposos deciden alejar, in
terrumpir esta descendencia y entregan el niño a la muer
te. Así pues, llaman a uno de sus pastores que, durante el
verano, van al Citerón para apacentar los rebaños reales.
Le encargan la misión de matar al niño, de abandonarlo
en la montaña para que sea devorado por los animales sal
vajes o por los pájaros.
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