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de  Aleo baza  ( que  puedo  llamarle  hermano  porque  ambos  nacimos  en  una
        casa  y  su  padre  me  crió  como  ayo),1  el  cual,  entre  otras  relaciones  que  de
        mi  tierra  él  y otros  me  han  enviado,  hablando  de  estos  grandes  edificios  de
        Tiahuanacu,  dice  estas  palabras:  "En Tiahuanacu,  provincia  del  Callao,  entre
        otras hay  una  antigualla  digna  de  inmortal  memoria.  Está  pegada  a  la  laguna
         llamada  por  los  españoles  Chucuitu  cuyo  nombre  propio  es  Chuquiuitu.
        Allí están  unos  edificios  grandísimos,  entre  los  cuales  está  un  patio  cuadrado
        de quince  brazas  a una  parte y a otra, con  su  cerca  de  más  de  dos  estados  de
        alto.  A  un  lado  del  Patio está  una  sala  de  cuarenta  y  cinco  pies  de  largo  y
        veinte  y dos  de  ancho,  cubierta  a  semejanza  de  las  piezas  cubiertas  de  paja
        que  vuestra  merced  vio  en la  casa  del  Sol  en esta  ciudad  de  Cuzco.  El  patio
        que  tengo dicho,  con sus  paredes  y suelo,  y la  sala  y su  techumbre y  cubierta
         y  las  portadas  y  umbrales  de  dos  puertas  que  la  sala  tiene,  y  otra  puerta
         que  tiene  el patio  todo  esto es  de  una  sola  pieza,  hecha  y  labrada  en  un  pe-
         ñasco  y  las  paredes  de  patio  y  las  de  la  sala  son  de  tres  cuartas  de  vara  de
         ancho,  y  el  techo  de  la  sala,  por  de  fuera,  parece  de  paja,  aunque  es  de
         piedra,  porque,  como  los  indios  cubren  sus  casas  con  paja,  porque  semejase
         ésta  a  las  otras,  peinaron 1a  piedra  y  la  arrayaron  para  que  pareciese  cobija
         de  paja.  La  laguna  bate  en  un  lienzo  de  los  del  patio.  Los  naturales  dicen
         que  aquella  casa  y  los  demás  edificios  los  tenían  dedicados  al  Hacedor  del
         universo.  También  hay  alli  cerca  otra  gran  suma  de  piedras  labradas  en  fi-
         guras  de  hombres  y  mujeres,  tan  al  natural  que  parece  que  están  vivos,
         bebiendo  con  los  vasos  en  las  manos,  otros  sentados,  otros  en  pie  parados,
         otros que  van  pasando  un  arroyo  que  por  entre  aquellos  edificios  pasa;  otras
         estatuas  están  con  sus  criaturas  en  las  faldas  y  regazo;  otros  las  llevan  a
         cuestas  y otras de mil manera.  Dicen los indios  presentes  que por grandes  pe-
         cados  que  hicieron  los  de  aquel  tiempo  y porque apedrearon  un  hombre  que
         pasó  por  aquella  provincia,  fueron  convertidos  en  aquellas  estatuas".  Hasta
         aquí  son  palabras  de  Diego  de  Alcahaza,  el  cual  en  muchas  provincias  de
         aquel  reino  ha  sido  vicario  y  predicador  de  los  indios,  que  sus  prelados  lo
        han  mudado  de  unas  partes  a otras,  porque  como  mestizo  natural  del  Cuzco
         sabe mejor el  lenguaje  de los  indios  que  otros  no  naturales  de  aquella  tierra,
         y hace  más  fruto.














         1   El  ayo  dd  Inca  Garcilaso  se  llam6  Juan  de  Alcahaza.

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