Page 165 - Comentarios_reales_1_Inca_Garcilaso_de_la_Vega
P. 165

CAPITULO  II
                REDUCESE  HATUNPACASA  Y  CONQUISTAN  A  CAC-YAUIRI



             V   OLVIENDO  AL  Inca  Maita  Cápac,  es  así  que  casi  sin  resistencia  redujo
                  la  mayor  parte  de  la  provincia  llamada  Hatunpacasa,  que  es  la  tierra
             que  está  a  mano  izquierda  del  Desaguadero.  Si  fue  en  sola  una  jornada  o  en
             muchas,  hay  diferencia  entre  los  indios,  que  los  más  quieren  decir  que  los
             Incas  iban  ganando  poco  a  poco,  por  ir  doctrinando  y  cultivando  la  tierra  y
             los  vasallos.  Otros  dicen  que  esto  fue  a  los  principios,  cuando  no  eran  po-
            derosos,  pero  que  después  que  lo  fueron  conquistaban  todo  lo  que  podían.
            Que sea  de  la  una  manera  o de la otra, importa poco.  Antes  será  mejor,  para
            no  causar  enfado  repitiendo  unas  mismas  cosas  muchas  veces,  digamos  de
            una  vez lo  que cada  Rey  de  estos  ganó;  si  no,  se  les hace  agravio  en no decir
            las  jornadas  que  cada  uno  hizo  a  diferentes  partes.  Pasando,  pues,  el  Inca
            en  su  conquista,  llegó  a un  pueblo  llamado  Cac-yauiri,  que  tenía  muchas  ca-
             serías  en su  comarca,  derramadas  sin  orden  de pueblo,  y en cada  una de  ellas
            había  señoretes  que  gobernaban  y  mandaban  a  los  demás.  Todos  éstos,  sa-
            biendo  que  el  Inca  iba  a  conquistarlos,  se  conformaron  y  redujeron  en  un
            cerro  que  hay  en  aquella  comarca  como  hecho  a  mano,  alto  menos  que  un
            cuarto  de  legua  y  redondo  como  un pilón  de  azúcar,  con  ser  por  allí  toda  la
             tierra  llana.  A  este  cerro,  por  ser  solo  y  por  su  hermosura,  tenían  aquellos
            indios  por  cosa  sagrada,  y  le  adoraban  y  ofrecían  sus  sacrificios.  Fuéronse
            a  socorrer  a  él,  para  que,  como  su  Dios,  los  amparase  y  librase  de  sus  ene-
            migos.  Hicieron  en  él un fuerte  de  piedra  seca  y céspedes  de  tierra por  mez-
            cla.  Dicen  que  las  mujeres  se  obligaron  a  dar  todos  los  céspedes  que  fuesen
            menester,  por  que se  acabase  más  aína  la  obra,  y  que  los  varones  pusiesen  la
            piedra  de  su  parte.  Metiéronse  en  el  fuerte  con  sus  mujeres  e  hijos  en  gran
            número,  con  la  más  comida  que  pudieron  recoger.
                 El  Inca  envió  los  requerimientos  acostumbrados  y  que  en  particular  les
            dijesen  que  no  iba a  quitarles  sus  vidas  ni  haciendas,  sino  a  hacerles  los  be-
            neficios  que  el  Sol  mandaba  que  hiciese  a  los  indios;  que  no  se  desacatasen
            a  sus  hijos,  ni  se  tomasen  con  ellos,  que  eran  invencibles,  que  el  Sol  les
            ayudaba en  t_odas  sus  conquistas  y peleas,  y que  lo  tuviesen  por  su  Dios  y  lo
            adorasen.  Este  recado  envió  el  Inca  muchas  veces  a  los  indios,  los  cuales
            estuvieron  siempre  pertinaces  diciendo  que  ellos  tenían  buena  manera  de
            vivir,  que  no  la  querían  mejorar  y que  tenían  sus  dioses,  y que  uno  de  ellos
            era  aquel  cerro  que  los  tenía  amparados  y  los  había  de  favorecer;  que  los
            Incas  se  fuesen  en paz  y  enseñasen  a otros  lo  que quisiesen,  que  ellos  no  lo
            querían  aprender.  El  Inca  que  no  lle\'aba  ánimo  de  darles  batalla,  sino  ven-
            cerlos  con  halagos  o  con  la  hambre,  si  de  otra  manera  no  pudiese,  repartió
            su  ejército  en  cuatro  partes  y cerró  el  cerro.

                                             126
   160   161   162   163   164   165   166   167   168   169   170