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CAPITULO II
REDUCESE HATUNPACASA Y CONQUISTAN A CAC-YAUIRI
V OLVIENDO AL Inca Maita Cápac, es así que casi sin resistencia redujo
la mayor parte de la provincia llamada Hatunpacasa, que es la tierra
que está a mano izquierda del Desaguadero. Si fue en sola una jornada o en
muchas, hay diferencia entre los indios, que los más quieren decir que los
Incas iban ganando poco a poco, por ir doctrinando y cultivando la tierra y
los vasallos. Otros dicen que esto fue a los principios, cuando no eran po-
derosos, pero que después que lo fueron conquistaban todo lo que podían.
Que sea de la una manera o de la otra, importa poco. Antes será mejor, para
no causar enfado repitiendo unas mismas cosas muchas veces, digamos de
una vez lo que cada Rey de estos ganó; si no, se les hace agravio en no decir
las jornadas que cada uno hizo a diferentes partes. Pasando, pues, el Inca
en su conquista, llegó a un pueblo llamado Cac-yauiri, que tenía muchas ca-
serías en su comarca, derramadas sin orden de pueblo, y en cada una de ellas
había señoretes que gobernaban y mandaban a los demás. Todos éstos, sa-
biendo que el Inca iba a conquistarlos, se conformaron y redujeron en un
cerro que hay en aquella comarca como hecho a mano, alto menos que un
cuarto de legua y redondo como un pilón de azúcar, con ser por allí toda la
tierra llana. A este cerro, por ser solo y por su hermosura, tenían aquellos
indios por cosa sagrada, y le adoraban y ofrecían sus sacrificios. Fuéronse
a socorrer a él, para que, como su Dios, los amparase y librase de sus ene-
migos. Hicieron en él un fuerte de piedra seca y céspedes de tierra por mez-
cla. Dicen que las mujeres se obligaron a dar todos los céspedes que fuesen
menester, por que se acabase más aína la obra, y que los varones pusiesen la
piedra de su parte. Metiéronse en el fuerte con sus mujeres e hijos en gran
número, con la más comida que pudieron recoger.
El Inca envió los requerimientos acostumbrados y que en particular les
dijesen que no iba a quitarles sus vidas ni haciendas, sino a hacerles los be-
neficios que el Sol mandaba que hiciese a los indios; que no se desacatasen
a sus hijos, ni se tomasen con ellos, que eran invencibles, que el Sol les
ayudaba en t_odas sus conquistas y peleas, y que lo tuviesen por su Dios y lo
adorasen. Este recado envió el Inca muchas veces a los indios, los cuales
estuvieron siempre pertinaces diciendo que ellos tenían buena manera de
vivir, que no la querían mejorar y que tenían sus dioses, y que uno de ellos
era aquel cerro que los tenía amparados y los había de favorecer; que los
Incas se fuesen en paz y enseñasen a otros lo que quisiesen, que ellos no lo
querían aprender. El Inca que no lle\'aba ánimo de darles batalla, sino ven-
cerlos con halagos o con la hambre, si de otra manera no pudiese, repartió
su ejército en cuatro partes y cerró el cerro.
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