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para que con sus beneficios viviesen en prosperidad y descanso. Dada esta
respuesta, los mandó vestir y curar y que los tratasen con todo el regalo
posible. Los indios se volvieron a sus casas, pregonando el mal que su rebel-
día les había causado, y que vivían por la clemencia del Inca.
CAPITULO VII
REDUCENSE MUCHOS PUEBLOS; EL INCA MANDA HACER
UNA PUENTE DE MIMBRE
A NUEVA de la mortandad de aquella batalla se derramó luego por toda
L la comarca, y que había sido castigo que el Sol había hecho en aquellos
indios porque no habían obedecido a sus hijos, los Incas, ni querido recibir
sus beneficios. Por lo cual muchos pueblos que adelante había que tenían
gente levantada y campos formados para resistir al Inca, los deshicieron, y
sabida su clemencia y piedad, se fueron a él y le pidieron perdón y supli-
caron los recibiese por sus vasallos, que dios se hallaban dichosos de serlo.
El Inca los recibió con mucha afabilidad y les mandó dar de vestir y otras
dádivas, con qtié los indios fueron muy contentos, publicando por todas
partes cómo los Incas eran verdaderos hijos del Sol.
Estos pueblos que vinieron a la obediencia del Inca fueron los que hay
desde Huaichu hasta Callamarca, al mediodía, camino de los Charcas, donde
hay treinta leguas de camino. El Inca pasó adelante de Callamarca otras
veinte y cuatro leguas por el mismo camino real de los Charcas hasta Ca-
raco1lo, trayendo a su servicio todos los pueblos que están a una mano y a
,itra del camino real, hasta llegar a la laguna de Paria. Desde allí revolvió
al levante hacia los Antis, y llegó al valle que hoy llaman Chuquiapu, que en
la lengua general quiere decir lanza capitana o lanza principal, que es lo
mismo. En aquel distrito mandó poblar muchos pueblos de indios trasplan-
tados, porque reconoció que aquellos valles eran más calientes para llevar
maíz que no todas las demás provincias que se encierran debajo de este
nombre Colla. Del valle de Caracatu fue al levante hasta las faldas de la
gran cordillera y sierra nevada de los Antis, que distan treinta leguas y
más del camino real de Umasuyu.
En aquellos caminos y en reducir la gente y dar traza a los pueblos que
se poblaron, y en ordenar sus leyes y gobierno, gastó tres años. Volvióse al
Cuzco, donde fue recibido con grandísima fiesta y regocijo. Y habiendo des-
cansado dos o tres años, mandó apercibir para el verano siguiente bastimentas
y gente para hacer nueva conquista, porque no le sufría el ánimo estarse
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