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crificios que se habían de hacer y para todo lo demás que conv1mese al
servicio del templo. Estaba este aposento, también como los demás, guarne-
cido con oro de alto abajo.
CAPITULO XXII
NOMBRE DEL SUMO SACERDOTE,
Y OTRAS PARTES DE LA CASA
AL SuMo Sacerdote llaman los espanoles Vilaoma, habiendo de decir
Uíllac Umu, nombre compuesto de este verbo uilla que significa de-
cir, y de este nombre umu, que es adivino o hechicero. Uíllac, con la e, es
participio de presente; añadido el nombre U mu quiere decir el adivino o el
hechicero que dice; y no declaran qué es lo que dice, dando a entender que
decía al pueblo lo que como sumo sacerdote consultaba al Sol y lo que el
Sol le ordenaba que dijese, según sus fábulas, y lo que los demonios en sus
ídolos y santuarios le hablaban, y lo que él mismo, como pontífice, adivina-
ba y sacaba por .,us agüeros, cantando los sacrificios e interpretando los sue-
ños y las demás supersticiones que en su gentilidad tenían. No tuvieron
nombre para decir sacerdote; componíanlo de las mismas cosas que hacían
los sacerdotes.
De las cinco cuadras alcancé las tres que aún estaban en su antiguo ser
de paredes y techumbre. Sólo les faltaban los tablones de oro y plata. Las
otras dos, que eran la cuadra de la Luna y de las estrellas estaban ya derri-
bad~s por el suelo. En las paredes de estos aposentos que miraban al claustro,
por la parte de afuera, en el grueso de ellas, había en cada lienzo cuatro
tabernáculos, embebidos en las mismas paredes labradas de cantería, como
eran todas las demás de aquella casa. Tenían sus molduras por las esquinas
y por todo el hueco del tabernáculo, y, conforme a las molduras que en la
piedra estaban hechas, así estaban aforrados con tablones de oro, no sólo
las paredes y lo alto, mas también el suelo de los tabernáculos. Por las es-
quinas de las molduras habían muchos engastes de piedras finas, esmeraldas
y turquesas, que no hubo en aquella tierra diamantes ni rubíes. Sentábase
el Inca en estos tabernáculos cuando hacían fiestas al Sol, unas veces en un
lienzo y otras en otro conforme al tiempo de la fiesta.
En dos tabernáculos de éstos, que estaban en un lienzo que miraba al
oriente, me acuerdo que vi muchos agujeros en las molduras que estaban
hechas en las piedras: las que estaban a las esquinas pasaban de un cabo a otro;
las otras, que estaban en el campo y espacio del tabernáculo, no tenían más que
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