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cada uno según su grado y parentela, y ésta era una de sus fiestas de mayor
regocijo. Para los curiosos de lenguas decimos que la general del Perú tiene
dos nombres para decir hijos: el padre dice churi y la madre huahua (ha-
bíase de escribir este nombre sin las h. h.; solamente las cuatro vocales, pro-
nunciadas cada una de por sí en dos diptongos: uaua: yo le añado las h, h,
porque no se hagan dos sílabas). Son nombres, y ambos quieren decir hijos,
incluyendo en sí cada uno de ellos ambos sexos y ambos números, con tal
rigor que no pueden los padres trocarlos, so pena de hacerse el varón hem-
bra y la hembra varón. Para distinguir los sexos añaden los nombres que
significan macho o hembra; mas para decir hijos en plural o en singular,
dice el padre churi y la madre uaua. Para llamarse hermanos tienen cuatro
nombres diferentes. El varón dice buauque: quiere decir hermano; de mujer
a mujer dicen ñaña: quiere decir hermana. Y si el hermano a la hermana
dijese ñaña {pues significa hermana) sería hacerse mujer. Y si J.a hermana
al hermano dijese huauque {pues significa hermano) sería hacerse varón.
El hermano a la hermana dice pana: quiere decir hermana; y la hermana
al hermano dice tora: quiere decir hermano. Y un hermano a otro no puede
decir tora, aunque significa hermano, porque sería hacerse mujer, ni una
hermana a Nra puede decir pana, aunque significa hermana, porque sería
hacerse varón.
De mant:ra que hay nombres de una misma significación y de un mismo
género, unos apropiados a los hombres y otros a las mujeres, para que usen
de ellos, sin poderlos trocar, so la dicha pena. Todo lo cual se debe advertir
mucho para enseñar nuestra Santa Religión a los indios sin darles ocasión
de risa con los barbarismos. Los Padres de la Compañía, como tan curiosos
en todo, y otros religiosos trabajan mucho en aquella lengua para doctrinar
aquellos gentiles, como al principio dijimos.
CAPITULO XII
CRIABAN LOS HIJOS SIN REGALO NINGUNO
os HIJOS criaban extrañamente, as( los Incas como la gente común, ricos
L y pobres, sin distinción alguna, con el menos regalo que les podían dar.
Luego que nacía la criatura la bañaban con agua fría para envolverla en sus
mantillas, y cada mañana que lo envolvían la habían de llevar con agua fría,
y las más veces puesta al sereno. Y cuando la madre le hacía mucho regalo,
tomaba el agua en la boca y le lavaba todo el cuerpo, salvo la cabeza, parti-
cularmente la mollera, que nunca le llegaban a ella. Decían que hacían esto
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