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en público y dadas por infames y ser repudiadas de los maridos sí eran ca-
sadas. No las llamaban por su nombre propio, sino pampairuna, que es ramera.
CAPITULO XV
INCA ROCA, SEXTO REY, CONQUISTA MUCHAS NACIONES
Y ENTRE ELLAS LOS CHANCAS Y HANCOHUALW
L REY Inca Roca, cuyo nombre, según atrás queda dicho por el Maestro
E Blas Valera, significa príncipe prudente y maduro, muerto su padre
tomó la borla colorada, y, habiendo cumplido con las solemnidades del
entierro, visitó su reino: gastó en la visita los primeros tres años de su rei-
nado. Luego mandó apercibir gente de guerra para pasar adelante en su
conquista por la banda de Chinchasuyu, que es el septentrión del Cuzco.
Mandó que se hiciese una puente en el río Apurím.ac, que es la que está en el
camino real del Cuzco a la Ciudad de los Reyes, porque le pareció cosa
indigna que, siendo ya Rey, pasase su ejército aquel río en balsas, como lo
pas6 cuando era príncipe. Entonces no la mandó hacer el Inca pasado porque
no tenía sujetas las provincias de la comarca, como al presente lo estaban.
Hecha la puente, salió el Inca del Cuzco con veinte mil hombres de
guerra y cuatro maeses de campo. Mandó que el ejército pasase la nueva
P.uente en escuadrón formado de tres hombres por fila, para perpetua me-
moria de su estreno. Llegó al valle Amáncay, que quiere decir azucena, por
la infinidad que de ellas se crían en aquel valle. Aquella flor es diferente en
forma y olor de la de España, porque la flor amáncay es de forma de una
campana y el tallo verde, liso, sin hojas y sin olor ninguno. Solamente
porque se parece a la azucena en las colores blanca y verde, la llamaron así
los españoles. De Amáncay echó a mano derecha del camino hacia la gran
cordillera de la Sierra Neva&, y entre la cordillera y el camino halló pocos
pueblos, y ésos redujo a su Imperio. Llámanse estas naciones Tacmara y
Quiñualla. De alli pasó a Cochacasa, donde mandó hacer un gran pósito.
De alli fue a Curampa, y con gran facilidad redujo aquellos pueblos, porque
son de poca gente. De Curampa fue a la gran provincia llamada Antahuailla,
cuyos moradores se extienden a una mano y otra del camino real, por espa-
cio de diez y seis o diez y siete leguas. Es gente rica y muy belicosa. Esta
nación se llama Chanca; jáctanse descender de un león, y así lo tenían y
adoraban por dios, y en sus grandes fiestas, antes y después de ser cooquis•
tados por los Reyes Incas, sacaban dos docenas de indios de la misma manera
que pintan a Hércules cubierto con el pellejo del león, y la cabeza del indio
metida en la cabeza del león. Yo las vi así en las fiestas del Santísimo Sa•
cramento, en el Cuzco.
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