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Debajo de este apellido Chanca se encierran otras muchas naciones, como
son Hancohuallu, Utunsulla, Uramarca, Uilka y otras, las cuales se jactan
descender de diversos padres, unas de una fuente, otras de una laguna,
otras de un collado muy alto; y cada nación tenía por dios a los que tenía
por padre, y le ofrecía sacrificios. Los antepasados de aque1las naciones
vinieron de lejas tierras y conquistaron muchas provincias, hasta llegar
donde entonces estaban) que es la provincia Antahuailla, la cual ganaron
por fuerza de armas, y echaron sus antiguos moradores fuera de ella y arrín•
conaron y estrecharon a los indios Quechuas en sus provincias, ganándoles
muchas tierras; sujetáronles a que les diesen tributos; tratábanlos con tira•
nía; hicieron otras cosas famosas de que hoy se premian sus descendientes.
De todo lo cual iba bien infonnado el Rey Inca Roca, y así, llegando a_los
términos de la provincia Antahuailla, envió a los Chancas los requerimien•
tos acostumbrados, que se sometiesen a los hijos del Sol o se apercibiesen
a las armas. Aquellas naciones se juntaron para responder al requerimiento,
y tuvieron diversos pareceres, porque se dividieron en dos parcialidades.
Los unos decían que era muy justo recibiesen al Inca por señor, que era hijo
del Sol. Los otros decían en contrario (y éstos eran los descendientes del
león), que no era justo reconocer señorío ajeno, siendo señores de tantos
vc:sallos y descendientes de un león; que su descendencia sabían, y no querían
creer que el Inca fuese hijo del Sol; que, conforme al blasón de ellos y a las
hazañas de los Chancas, sus pasados, más honroso les era presumir sujetar
otras naciones a su imperio, que no hacerse súbditos del Inca sin haber hecho
la última prueba del valor de sus brazos, por lo cual era mejor resistir al
Inca y no obedecerle con tanta vileza de ánimo que al primer recado se le
rindiesen sin desplegar sus banderas ni haber sacado sus armas al campo.
En estas diferencias estuvieron muchos días los Chancas, ya resueltos de
recibirle, ya determinados de resistir, sin concordarse. Lo cual sabido por
el Inca, determinó entrar por la provincia para amedrentarlos, porque no
tomasen ánimo y osadía viendo su mansedumbre y blandura; y también
porque, confiados en sus muchas victorias pasadas, no se desvergonzasen a
hacer algún desacato a su persona con que les forzasen a les hacer cruel
guerra y castigo riguroso. Mandó a sus maeses de campo que entrasen en la
provincia Antahuailla, y juntamente envió un mensajero a los Chancas
diciéndoles que lo recibiesen por señor o apercibiesen las gargantas, que los
había de pasar todos a cuchillo, porque ya no se podía sufrir la pertinacia
y rebeldía que hasta allí habían tenido. Los Chancas, viendo la determina•
ción del Inc.i, y sabiendo que venían en su ejército muchos Quechuas y otras
naciones que de tiempos pasados tenían ofendidas, bajaron la soberbia y
recibieron el yugo de los Incas, más por temor de sus armas y por que no
se vengasen sus enemigos, que no por amor de sus leyes y gobierno. Y así le
enviaron a decir que llanamente le obedecían por señor y se sometían a sus
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