Page 232 - Comentarios_reales_1_Inca_Garcilaso_de_la_Vega
P. 232
que, yendo o viniendo de las aldeas a la ciuaad, y pasando de un barrio a
otro a visitarse en ocasiones forzosas, llevaban recaudo para dos maneras de
hilado, quiero decir para hilar y torcer. Por el camino iban torciendo lo
que llevaban hilado, por ser oficio más fácil; y en sus visitas sacaban la
rueca del hilado e hilaban en buena conversación. Esto de ir hilando o tor-
ciendo por los caminos era de la gente común, mas las Pallas, que eran las
de la sangre real, cuando se visitaban unas a otras llevaban sus hilados y
labores con sus criadas; y así las que iban a visitar como las visitadas estaban
en su conversación ocupadas, por no estar ociosas. Los husos hacen de caña,
como en España los de hierro; échanles torteros, mas no les hacen huecas
a la punta. Con la hebra que van hilando les echan una lazada, y al hilar
sueltan el huso como cuandó tuercen; hacen la hebra cuan larga pueden;
recógenla en los dedos mayores de la mano izquierda para meterla en el
huso. La rueca traen en la mano izquierda, y no en la cinta: es de una cuarta
en largo; tiénenla con los dedos menores; acuden con ambas manos a adel-
gazar la hebra y quitar las motas. No la llegan a la boca porque en mis
tiempos no hilaban lino, que no lo había, sino lana y algodón. Hilan poco
porque es con las prolijidades que hemos dicho.
CAPITULO XIV
COMO SE VISITABAN LAS MUJERES, COMO TRATABAN SU ROPA,
Y QUE LAS RABIA PUBLICAS
I ALGUNA mujer que no fuese Palla, aunque fuese mujer de curaca, que
S es señor de vasallos, iba a visitar a la Palla de la sangre real, no llevaba
hacienda suya que hacer; mas luego, pasadas las primeras palabras de la
visita o de la adoración, que más era adorarla, pedía que le diesen qué
hacer, dando a entender que no iba a visitar, por no ser igual, sino a servir
como inferior a superior. La Palla, por gran favor, correspondía a esta
demanda con darle algo de lo que ella misma hacía o alguna de sus hijas, por no
la igualar con las criadas si mandase darle de lo que ellas hacían. El cual
favor era todo lo que podía desear la que visitaba, por haberse humanado la
Palla a igualarla consigo o con sus hijas. Con semejante correspondencia
de afabilidad a humildad, que en toda cosa mostraban, se trataban las muje-
res y los hombres en aquella república, estudiando los inferiores cómo ser-
vir y agradar a los superiores, y los superiores cómo regalar y favorecer a
los inferiores, desde el Inca, que es el Rey, hasta el más triste llamamíchec,
que es pastor.
193