Page 238 - Comentarios_reales_1_Inca_Garcilaso_de_la_Vega
P. 238

bueno  o  malo,  según  el  párpado  que  palpitaba.  Era  buen  agüero  palpitar  el
           párpado  alto  del  ojo  izquierdo;  decían  que  habían  de  ver  cosas  de  contento
           y  alegría.  Pero  con  grandes  ventajas  era  mejor  agüero  palpitar  el  párpado
           derecho,  porque  les  prometía  que  verían  cosas  felicísimas  y  prosperidades
           de  grandes  bienes,  de  mucho  placer  y descanso,  fuera  de  todo encarecimiento.
           Y  al  contrario  eran  los  párpados  bajos,  porque  el  derecho  pronosticaba
           llanto, que  habían  de  ver  cosas  que  les  darían  pena  y dolor,  mas  no  con  en-
           carecimiento.  Empero,  palpitar  el  párpado  bajo  izquierdo  ya  era  extremo
           de  males,  porque  les  amenazaba  infinidad  de  lágrimas  y  que  verían  las  cosas
           más  tristes  y  desdichadas  que  pudiesen  imaginar.  Y  tenían  tanto  crédito  en
           estos sus  agüeros  que,  con  este  postrer  agüero,  se  ponían  a  llorar  tan  tierna-
           mente  como  si  estuvieran  ya  en  medio  de  cuantos  males  podían  temer,  y,
           para  no  perecer  llorando  los  males  que  aún  no  habían  visto,  tenían  por  re-
           medio  otra  superstición  tan  ridiculosa  como  la  del  mal  agüero;  y  era  que
           tomaban  una  punta  de  paja,  y,  mojándola  con  la  saliva,  la  pegaban  en  el
           mismo  párpado  bajo  y  decían  consolándose  que  aquella  paja  atravesada
           atajaba  que  no  corriesen  las  lágrimas  que  temían  derramar  y  que  deshacía
           el  mal  pronóstico  de  la  palpitación.  Casi  lo  mismo  tuvieron  del  zumbar  de
           los  oídos,  que  lo  dejo  por  no  ser  tan  a  propósito  como  lo  dicho  de  los  ojos,
           y lo  uno  y lo otro doy  fe  que  lo  vi.
               El  Rey  Inca  Roca  (como  decíamos)  determinó  enviar  a  la  conquista  de
           Antisuyu  a  su  hijo,  para  lo  cual  mandó  apercibir  quince  mil  hombres  de
           guerra  y  tres  maeses  de  campo,  que  le  dio  por  acompañados  y  consejeros.
           Enviólo  bien  industriado  de  lo  que  había  de  hacer.  El  príncipe  fue  con
           buen  suceso  hasta  el  río  Paucartampu,  y  pasó  adelante Jl  Challa.pampa  y  re-
           dujo los  pocos  indios  que  por aquella  región halló.  De  allí  pasó  a  Pilkupata,
           donde  mandó  poblar cuatro  pueblos  de  gente  advenediza.  De  Pillcupata  pasó
           a  Hauisca  y  a  Tunu,  que  son  las  primeras  chacras  de  coca  que  los  Incas
           tuvieron,  que  es  aquella  yerba  que  los  indios  tanto  estiman.  La  heredad
           llamada  Hauisca  fue  después  de  Garcilaso  de  la  Vega,  mi  señor,  de  la  cual
           me  hizo  merced  por  donación  en  vida,  y  yo  la  perdí  por  venirme  a  España.
           Para  entrar  a estos  valles  donde  se  cría  la  coca  se  pasa  una  cuesta  llamada
           Cañac-huay,  que  tiene  cinco  leguas  de  bajada  casi  perpendicular,  que  pone
           grima  y  espanto  sólo  el  mirarla,  cuanto  más  subir  y  bajar  por  ella,  porque
           por toda ella sube  el camino  en forma  de  culebra,  dando  vueltas  a  una  mano
           y  a otra.












                                           199
   233   234   235   236   237   238   239   240   241   242   243