Page 240 - Comentarios_reales_1_Inca_Garcilaso_de_la_Vega
P. 240
las más cercanas a su reino. Envióles mensajeros, avisándoles cómo iba a
reducir aquellas naciones para que viviesen debajo de las leyes de su padre
el Sol y le reconociesen por Dios y dejasen sus ídolos, hechos de piedra
y de madera, y muchos malos abusos que contra la ley natural y vida hu•
mana tenían. Los naturales se alteraron grandemente, y los capitanes, mozos
y belicosos, tomaron las armas con mucho furor, diciendo que era cosa
muy rigurosa y extraña negar sus dioses naturaler y adorar al ajeno, repu-
diar sus leyes y costumbres y sujetarse a las del Inca, que quitaba las tierras
a los vasallos y les imponía pechos y tributos hasta servirse de ellos como
de esclavos, lo cual no era de sufrir ni se debía recibir en ninguna manera,
sino morir todos defendiendo sus dioses, su patria y libertad.
CAPITULO XVIII
EL RAZONAMIENTO DE LOS VIEJOS
Y COMO RECIBEN AL INCA
os MÁS ancianos y mejor considerados dijeron que mirasen que, por la
L vecindad que con los vasallos del Inca tenían, sabían años había que sus
leyes eran buenas y su gobierno muy suave; que a los vasallos trataban
como a propios hijos, y no como a súbditos; que las,.tierras que tomaban
no eran las que los indios habían menester, sino las que les sobraban, que
no podían labrar, y que la cosecha de las tierras que a su costa hacía labrar
era el tributo que llevaba y no la hacienda de los indios, antes les daba el
Inca de la suya toda la que sobraba del gasto de sus ejércitos y corte; y que
en prueba de lo que habían dicho no querían traer otras razones, mas que
mirasen desapasionadamente cuán mejorados estaban al presente los vasa-
llos del Inca que antes que lo fueran, cuánto más ricos y prósperos, más
quietos, pacíficos y urbanos; cómo habían cesado las disensiones y penden•
cias que por causas muy livianas solía haber entre ellos, cuánto más guar-
dadas sus haciendas de ladrones, cuánto más seguras sus mujeres e hijas de
fornicarios y adúlteros; y, en suma, cuán certificada toda la república de
que ni el rico ni el pobre, ni el grande ni el chico, había de recibir agravio.
Que advirtiesen que muchas provincias circunvecinas a las del Inca era
notorio que, habiéndose certificado de estos bienes, se habían ofrecido y
sometido voluntariamente a su imperio y señorío, por gozar de la suavidad
de su gobierno. Y que pues a ellos les constaba todo esto, sería bien hiciesen
lo mismo, porque era mejor y más seguro aplacar al Inca otorgando su
demanda, que provocarlo a ira y enojo y negándosela; que si después se
201