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mozas obedeciesen bien a sus madres, a sus amas; que siempre estuviesen
ocupadas en los oficios caseros y mujeriles; que los viejos y viejas y los im-
pedidos para los trabajos mayores se ocupasen en algún ejercido provechoso
para ellos, siquiera en coger seroja y paja, y en despiojarse, y que llevasen los
piojos a sus decuriones o cabos de escuadra. El oficio propio de los ciegos
era limpiar el algodón de la semilla o granillos que tiene dentro en sí, y
desgranar el maíz de las mazorcas en que se cría. Había oficiales de diversos
oficios, los cuales reconocían y tenían sus maestros mayores, como plateros
de oro y plata y de cobre y latón, carpinteros, albañiles, canteros, lapidarios
de piedras preciosas, sin los demás oficiales necesarios para la república;
cuyos hijos, si ejercitaran hoy aquellos oficios por el orden y concierto que
los Incas lo tenían establecido, y después por el Emperador Carlos Quinto
Máximo confirmado, quizá la república de los indios estuviera ahora más
florecida y más abundante de las cosas pertinentes al comer y vestir, como
antes lo estaba, y para la predicación del Evangelio muy acomodada. Em-
pero, que estos daños hayan nacido de nuestro descuido y negligencia, y
cómo los curacas y los indios que ahora son superiores murmuran y mofan
muchas veces en sus juntas y conversaciones del gobierno presente, compa-
rando estos nuestros tiempos con los de los Incas, lo diremos adelante, en
el Libro segundo, capítulo nueve, número cincuenta y cinco". Hasta aquí es
del Padre Bias Valera. Lo que se promete se perdió.
Pasando su Paternidad adelante en el mismo propósito, dice lo que se
sigue: "Demás de lo dicho, había ministros oficiales labradores para visitar
los campos; había cazadores de aves y pescadores, así de ríos como de la mar;
tejedores, zapateros de aquel su calzado; había hombres que cortaban la ma-
dera para las casas reales y edificios públicos, y herreros que hadan de
cobre las herramientas para sus menesteres. Sin éstos, había otros muchos
oficiales mecánicos, y aunque eran innumerables, todos ellos acudían con
gran cuidado y diligencia a sus oficios y obras de sus manos. Pero ahora, en
nuestros tiempos, es cosa de grande admiración ver cuán olvidados tienen
los indios el orden antiquísimo de estos oficios públicos y cuán porfiada-
mente procuran guardar los demás usos y costumbres que tenían, y cuán
pesadamente lo llevan si nuestros gobernadores les quitan algo de ellas".
CAPITULO XIV
LA RAZON Y QJENTA QUE HABIA EN LOS BIENES
COMUNES Y PARTIQJLARES
"HABIENDO GANADO el Inca la provincia y mandado empadronar los na-
turales de ella, y habiéndoles dado gobernadores y maestros para su
idolatría, procuraba componer y dar orden en las cosas de aquella región,
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