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ni  aquél  menos.  Llamábase  rico  el  que  tenía  hijos  y  familia  que  le  ayu-
             daban  a  trabajar  para  acabar  más  aína  el  trabajo  tributario  que  le  cabía;
            y  el  que  no  la  tenía,  aunque  fuese  rico  de  otras  cosas,  era  pobre.  La  cuarta
            ley  era que  a  ninguno  podía  compeler  a  que  trabajase  ni  se  ocupase  en  otro
            oficio  sino en  el  suyo,  si no  era en el  labrar de  las  tierras y en la  milicia,  que
            en estas  dos  cosas eran todos comunes.  La quinta ley era que  cada  uno  pagaba
            su  tributo  en  aquello  que  en  su  provincia  podía  haber  sin  salir  a  la  ajena  a
            buscar las  cosas  que  en  su  tierra  no  había,  porque  le  parecía  al  Inca  mucho
            agravio  pedir al  vasallo  el  fruto  que  su  tierra  no  daba.  La  sexta  ley  mandaba
            que  a  cada  uno  de  los  maestros  y  oficiales  que  trabajaban  en  servicio  del
            Inca o  de  sus  curacas  se  les  proveyese  de  todo  lo  que  habían  menester  para
             trabajar  en  sus  oficios  y  artes;  esto  es,  que  al  platero  le  diesen  oro  o  plata
            o  cobre  en  que  trabajase  y  al  tejedor  lana  o  algodón  y  al  pintor  colores,  y
            todas  las demás  cosas  en cada  oficio  necesarias,  de  manera  que  el  maestro  no
            pusiese  más  de  su  trabajo  y  el  tiempo  que  estaba  obligado  a  trabajar  que
            eran  dos  meses,  y,  cuando  mucho,  tres;  los  cuales  cumplidos,  no  era  obligado
            a  trabajar  más.  Empero,  si  en  la  obra  que  hada  quedaba  algo  por  acabar,
            y  él,  por  su  gusto  y  voluntad, quería  trabajar  más  y  acabarlo,  se  lo  recibían
            en descuento  del  tributo  del  año  venidero,  y  así  lo  ponían  por  memoria  en
            sus  nudos  y  .cuentas.  La  séptima  ley  mandaba  que  a  todos  los  maestros  y
            oficiales,  de  cualquiera  oficio  y  arte  que  trabajaban,  en  lugar  de  tributo  se
            les  proveyese  todo  lo  necesario  de  comida  y  vestido  y  regalos  y  medicinas,
            si  enfermasen;  Q_ara  él  solo,  si  trabajaba  solo,  y  para  sus  hijos  y  mujeres,  si
            los  llevaba  para  que  le  ayudasen  a  acabar  más  aína  su  tarea.  Y  en  estos  re-
            partimientos  de  las  obras  por  tarea,  no  tenían  cuenta  con  el  tiempo,  sino
            que  se  acabase  la  obra.  De  manera  que,  si  con  el  ayuda  de  los  suyos  acababa
            en  una  semana  lo  que  había  de  trabajar  en  dos  meses,  cumplía  y  largamente
            satisfacía  con  la  obligación  de  aquel  año,  de  suerte  que  no  podían  apremiar-
            le  con  otro  tributo  alguno.  Esta  razón  bastará  para  responder  y  contradecir
            a  los  que  dicen  que  antiguamente  pagaban  tributo  los  hijos  y  las  hijas  y  las
            madres,  cualesquiera  que  fuesen;  lo  cual  es  falso,  porque  todos  éstos  tra-
            bajaban,  no  por obligación  de  tributo  que  se  les  impusiese,  sino  por  ayudar
            a  sus  padres  y maridos  o  a sus  amos,  porque  si  el  varón  no  quería  ocupar  a
            los  suyos  en  su  obra  y  trabajo,  sino  trabajarlo  él  sólo,  quedaban  libres  sus
            hijos  y mujer  para  ocuparse  en  las  cosas  de  su  casa,  y  no  podían  los  jueces
            y  decuriones  forzarlos  a  cosa  alguna  más  de  que  no  estuviesen  ociosos  en
            sus  haciendas.  Por  esta  causa,  en  tiempo  de  los  Incas  eran  estimados  y  te-
            nidos  por  hombres  ricos  los  que  tenían  muchos  hijos  y  familia;  porque  los
            que  no  los  tenían,  muchos  de  ellos  enfermaban  por  el  largo  tiempo  que  se
            ocupaban  en  el  trabajo  hasta  cumplir  con  su  tributo.  Para  remedio  de  esto
            también  había  ley  que  los  ricos  de  familia,  y  los  demás  que  hubiesen  aca-
            bado  sus  partes,  les  ayudasen  un  día  o  dos,  lo  cual  era  muy  agradable  a
            todos  los  indios".

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