Page 129 - DERECHO INDÍGENA Y DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA (1988)
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locales, originales y verticales (aztecas, incas, etc.), como los pueblos de
                  organización social horizontal (abipones, caribes, tupí-guaraní, etc.), junto con sus
                  espacios, pasan a pertenecer a los estados imperiales occidentales de la época
                  por derecho de conquista, que luego es santificado por la bendición papal del
                  Tratado de Tordesillas.

                        El segundo momento comienza en el siglo XIX, con la aparición de las
                  "nuevas repúblicas", que dislocan las cadenas de transmisión del poder ibérico en
                  la región. Si bien estas emergencias y desmembramientos no cambian las
                  relaciones básicas establecidas tres siglos antes con las poblaciones indígenas,
                  se visten de un nuevo ropaje ideológico. Ahora todos son "ciudadanos". Pero las
                  sociedades indígenas, aprovechando la poca  estabilidad de los nuevos poderes
                  centrales, tratan de recuperar espacios perdidos, establecer gobiernos regionales
                  propios, formar alianzas políticas con otros grupos sociales, y compran armas para
                  la rebelión y se rebelan. El siglo XIX  indígena se agita, los  levantamientos son
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                  constantes . El medio de respuesta que tienen los poderes políticos, el único que
                  encuentran en su estrecho marco de referencia, es el ejército con su civilizadora
                  tarea de los castigos ejemplares.

                        En los tres siglos de duración del  primer momento y  sobre todo con las
                  poblaciones sedentarias agrícolas, se había logrado establecer cierto equilibrio, no
                  exento de abusos, por el cual las comunidades indígenas fueron un refugio y
                  sostén reproductor, aunque limitado, de la identidad étnica; a la vez que eran
                  reserva de mano de obra y  productoras básicas de alimentos. En el segundo
                  momento, la propuesta es de laminar a la población, por lo cual se le saca a la
                  comunidad su sustento territorial por sucesivos actos jurídicos y los indios se
                  integran a la "comunidad nacional" como  individuos, como Benito Juárez, o son
                  combinadas por las armas “nacionales”, al igual que las colectividades, como en
                  La Campaña del Desierto  del general Roca, en contra de los mapuches de la
                  Patagonia argentina.

                        El tercer momento, contemporáneo, está ligado a un resquebrajamiento de
                  la ideología hegemónica de las burguesías locales en el poder, a una
                  rearticulación de la dependencia económica regional con las economías
                  metropolitanas y a un debilitamiento progresivo del poder de decisión autónomo
                  de los Estados; tres factores, entre otros muchos, que abren un resquicio por el
                  cual se expresan las sociedades indígenas vía sus organizaciones etnopolíticas.
                  Ambas vertientes, sociedades nacionales y sociedades indígenas, prefiguran una
                  apertura reflexiva orientada hacia una acción de descolonización real en América
                  Latina.






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                    Bonilla (1979), Várese (1972), Escobar Ohmested (1984), Chávez (1984).



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