Page 45 - LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SION
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una polémica, en virtud de las providencias tomadas por nosotros, de las que ya
                  antes tratamos. En cambio, nosotros no tendremos necesidad de refutarlos
                  seriamente. En nuestros periódicos oficiales refutaremos enérgicamente los
                  artículos que, como globos exploradores, lanzaremos en nuestros órganos
                  clasificados en la tercera categoría, cuando sea necesario.

                         Ya desde ahora, en las filas del periodismo francés por lo menos, existe una
                  solidaridad Francmasónica. Todos los órganos de la prensa están ligados entre sí por
                  el secreto profesional: a semejanza de los antiguos augures, ninguno de sus
                  miembros dejará escapar el secreto de sus conocimientos, a menos que reciba la
                  orden de quien puede dársela.

                         Ningún periodista se resolverá a traicionar este secreto, porque nadie es
                  admitido a este gremio si no tiene en su vida pasada alguna tacha vergonzosa e
                  infamante; y estas notas infamantes, al punto que se cometa la traición, serían
                  reveladas. Mientras que esas infamias ocultas son el secreto de algunos, la aureola
                  del periodista atrae la opinión de la mayoría del pueblo, que los sigue con
                  entusiasmo.

                         Nuestros cálculos y proyectos se extienden no sólo a las grandes capitales,
                  sino también a las provincias. Es necesario que también en ellas excitemos
                  esperanzas y aspiraciones opuestas a las que excitemos en la capital, a la que
                  inspiraremos las esperanzas y aspiraciones espontáneas de las provincias. Claro es
                  que la fuente de unas y de otras será siempre
                  la misma, es decir, nosotros.

                         Mientras no tengamos por completo
                  el poder en nuestras manos, muchas veces
                  tendremos necesidad de que las capitales
                  sean arrolladas por la opinión de las
                  provincias,   esto   es,  de    las  mayorías
                  manejadas por nuestros agentes. Es preciso
                  que las capitales, en el momento psicológico,
                  no discutan los acontecimientos por el solo
                  hecho de haberlos aceptado la mayoría de las
                  provincias. Al entrar en el nuevo régimen que
                  preparará nuestro reinado, no podemos
                  admitir que la prensa haga pública la
                  criminalidad: precisa hacer creer que el nuevo
                  régimen tiene a todos de tal manera
                  satisfechos, que aun los crímenes han
                  desaparecido.
                         Los casos que puedan poner de
                  manifiesto    esa    criminalidad,   quedarán
                  ignorados de todos, si no es de sus víctimas, de sus autores y de los testigos
                  accidentales.






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