Page 53 - LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SION
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La inteligencia de los Gentiles es instintiva, animal. Ellos ven, mas no prevén
                  ni inventan (excepto cosas materiales). Por aquí se ve claramente que la naturaleza
                  misma nos tiene destinados a dirigir y gobernar el mundo. Llegado el tiempo que
                  gobernemos abiertamente y que mostremos al pueblo los beneficios de nuestro
                  gobierno, compraremos todas las legislaciones: nuestras leyes serán breves, claras,
                  sólidas, sin comentarios y tales que todos las pueden conocer. La nota sobresaliente
                  de ellas será la obediencia a las autoridades llevada a un grado sumo. Entonces
                  desaparecerán todos los abusos como consecuencia de la responsabilidad de todos,
                  hasta el último, ante la autoridad superior del representante del poder. Los abusos
                  de autoridad de los funcionarios inferiores serán castigados con tal severidad, que a
                  nadie le quedarán deseos de ensayar sus propias fuerzas. Seguiremos con ojo
                  vigilante cada acto de la administración de que depende el mecanismo de la
                  máquina   de  gobierno,  pues  el  libertinaje  en  el  gobierno  produce  el  libertinaje  en
                  todas las clases. Todo caso de ilegalidad y todo abuso serán castigados de manera
                  ejemplar. El encubrimiento, la complicidad solidaria entre los funcionarios,
                  desaparecerán con los primeros ejemplos de un castigo riguroso.

                         El prestigio de nuestro gobierno exige castigos eficaces, es decir, crueles, por
                  la menor infracción de las leyes, pues toda infracción es un atentado al alto prestigio
                  de la autoridad. El que resulte condenado será indefectiblemente castigado por su
                  delito; será como el soldado caído en el campo de batalla gubernativo, por la
                  autoridad, los principios y las leyes que no toleran que los intereses privados
                  especulen con los cargos públicos, ni aun tratándose de los que guían el carro de la
                  Sociedad. Nuestros jueces sabrán que si buscan el elogio de una imprudente
                  blandura,  violan  la  ley  de  la  Justicia  que  ha  sido  instituida  para  ordenar  a  los
                  hombres por medio del castigo de los delitos, y no para que el juez haga ostentación
                  de la bondad de su alma. Es permitido hacer esas manifestaciones de bondad y de
                  estas cualidades en la vida privada, pero no en el campo de la vida pública, que es
                  como la base y fundamento de la educación de la vida humana. Nuestro personal
                  judicial no prestará servicios pasados los cincuenta años de edad, pues los ancianos
                  son más obstinados en sostener sus opiniones preconcebidas y están menos
                  dispuestos a obedecer las nuevas ordenanzas, y en segundo lugar, porque esto nos
                  permitirá más fácilmente renovar el personal, que así nos será más sumiso: quien
                  quiera conservar su empleo, deberá obedecer ciegamente para merecer este favor.
                  Generalmente, nuestros jueces serán escogidos exclusivamente por nosotros entre
                  aquellos  que  comprendan   que  su  papel  es  el  de  castigar  y  aplicar  leyes;  no  el  de
                  hacer ostentación de liberalismo con detrimento del Estado, como lo hacen al
                  presente los Gentiles. Los cambios de personal servirán también para afirmar la
                  solidaridad de los colegas y los tendrán a todos más estrechamente ligados a los
                  intereses  del  gobierno  del  que  depende  su  suerte.  La  nueva  generación  de  jueces
                  será educada de tal manera que considerará inadmisibles los abusos que puedan
                  atacar el orden establecido en las relaciones de nuestros súbditos entre sí. Hoy, los
                  jueces Gentiles, no teniendo una idea exacta de su deber, se manifiestan
                  indulgentes con todos los crímenes, porque los actuales gobernantes, al nombrar
                  para este cargo a los jueces, no tienen cuidado de inspirarles el sentimiento de ese
                  deber y la conciencia de la labor que su cargo exige.

                         Así como los animales hacen salir a su prole en busca de la presa, los Gentiles
                  confían a sus súbditos estos puestos proporcionándoles una buena renta, sin



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