Page 113 - Mahabharata
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1. El comienzo                                                                            93


               nada. No hacía falta mucha inteligencia para adivinar que Dhritarashtra y su hijo eran los
               responsables de aquella tragedia en la que los pandavas supuestamente habían perdido

               la vida. La gente de Varanavata maldijo a los kurus y lloraron por la muerte de los
               príncipes y su madre, asesinados de una forma tan mezquina. Todos permanecieron
               de pie durante toda la noche viendo cómo el palacio era consumido por las llamas
               reduciéndose a cenizas.
                   Mientras, los pandavas avanzaban en su fuga a través del túnel, Bhima oyó el terrible
               estruendo que se produjo al derrumbarse el edificio y animaba a sus hermanos y a su
               madre a que se diesen prisa. Kunti y sus hermanos estaban cansados y soñolientos lo cual
               les impedía avanzar rápidamente, así pues, Bhima puso a su madre en sus espaldas, a
               los dos mellizos en sus caderas y a sus otros dos hermanos uno en cada brazo y cargando
               con todos ellos avanzó veloz a través del túnel hasta que por fin llegó a la orilla del
               río Ganges. Desde la distancia podían ver el cielo rojo, iluminado por las llamas del
               incendio, pero el río fluía plácidamente reconfortándoles con su sereno fluir. Las aguas
               bajaban completamente calmas sin la más mínima ondulación, era como un ejemplo vivo
               diciéndoles: « No permitáis que estas cosas os perturben; todo pasará ».
                   Ahora estaban al sur de Varanavata. Allí se encontraron con un hombre que había
               sido enviado por el inteligente Vidura, y que estaba como montando guardia. Les dijo:
                   —Gracias a Dios habéis venido. Veía la casa arder y estaba preocupado por vosotros.
               He estado aquí todas las noches desde hace varios días, pues no sabía cuándo se pro-
               duciría vuestra huida de la casa. Vidura os ha proporcionado también una barca para
               que podáis pasar al otro lado del río; ya está preparada. Vidura ordenó que después
               de que lleguéis a la otra orilla del río os dirijáis hacia el sur. El sendero estará claro e
               iluminado por las estrellas. Os pide que mantengáis en secreto vuestro paradero y que
               nadie sepa de vuestra existencia durante unos cuantos meses.
                   Naturalmente, este mensajero de Vidura recibió a los pandavas con las mismas
               palabras que Vidura le había dicho a Yudhishthira en dialecto Mlecha Bhasha, pues era
               la contraseña que les permitía reconocer a los pandavas quién era un auténtico amigo,
               pues estaban rodeados de espías y enemigos por todas partes. Ya no era fácil para ellos
               diferenciar entre un amigo y un enemigo.
                   El barquero se acercó y, después de decir la contraseña, añadió:

                   —Vidura me ha pagado una enorme cantidad de dinero para que viniese aquí cada
               noche a esperaros. Ahora tengo la enorme fortuna de llevar en mi barca a los mejores
               nacidos entre los hombres.
                   Luego cruzaron al otro lado del río y se adentraron en el tétrico bosque. La noche era
               oscura y tenebrosa, pero los príncipes tenían que alejarse de aquel lugar tan aprisa como
               pudieran para encontrar un refugio seguro lejos de sus enemigos. Tenían que alejarse de
               Varanavata tanto como les fuera posible.
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